El suicidio by Émile Durkheim

El suicidio by Émile Durkheim

autor:Émile Durkheim [Durkheim, Émile]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Psicología
editor: ePubLibre
publicado: 1897-01-01T05:00:00+00:00


III

Ahora se entiende mejor el interés que tiene dar una definición objetiva del suicidio y mantenerla.

Como el suicidio altruista, aun presentando los rasgos más notables del suicidio, guarda cierta semejanza con determinadas categorías de actos que estamos habituados a honrar y aun a admirar, se ha rehusado considerarlo un homicidio de sí mismo. Recordemos que, para Esquirol y Falret, la muerte de Catón y la de los girondinos no fueron suicidios. Pero entonces, si los suicidios cuya causa visible e inmediata es el espíritu de renuncia y abnegación no merecen esta calificación, sólo podemos aplicar el concepto a los suicidios que proceden de la misma disposición moral, aunque de forma menos aparente; la diferencia es de matiz. Si un habitante de las islas Canarias que se precipita en una mina para honrar a su Dios no es un suicida, ¿cómo dar ese nombre a un seguidor de Jina que se mata para entrar en la nada, al hombre primitivo que bajo la influencia del mismo estado mental renuncia a la existencia por una ligera ofensa o simplemente para expresar su desprecio a la vida, a quien tras una bancarrota prefiere no sobrevivir a su deshonor, en fin, a esos numerosos soldados que engrosan todos los años el contingente de las muertes voluntarias? Porque todos estos casos tienen la misma raíz, idéntico estado de altruismo que causa lo que podríamos denominar el suicidio heroico. ¿Se los clasificará como suicidios sin excluir a aquellos cuyos móviles sean particularmente puros? ¿Según qué criterios se hará la división? ¿Calificaremos el acto de suicidio cuando el motivo ya no sea lo bastante laudable? Además, separando radicalmente ambas categorías de hechos, nunca llegaremos a conocer su naturaleza. Porque es en el suicidio altruista obligatorio donde mejor se ven los caracteres esenciales del tipo. Las otras variedades no son más que derivados. Así, o bien se ignorará una considerable cantidad de fenómenos instructivos o, si los elegimos arbitrariamente, no podremos dar con el tronco común al que pertenecen aquellos con los que nos hayamos quedado. Es el riesgo que se corre al hacer depender la definición de suicidio de los sentimientos objetivos que inspira.

Por otra parte, no se puede justificar esta exclusión en la existencia de ciertos sentimientos, ni afirmando que los móviles de ciertos suicidios altruistas son prácticamente los mismos que justifican actos que todo el mundo considera morales. Pero ¿ocurre de otro modo con el suicidio egoísta? ¿Acaso el sentimiento de autonomía individual, como el sentimiento contrario, no tienen su moralidad? Si esta requiere de un coraje que fortalece los corazones hasta llegar a endurecerlos, la otra los enternece y los predispone a la piedad. Si, donde reina el suicidio altruista el hombre está siempre dispuesto a dar su vida, también exigirá la de los demás. En cambio, donde se tiene a la personalidad individual en tan alta estima que no se percibe ningún fin que la exceda, también se respeta la de los demás. El culto al individuo hace que este sufra por todo lo que pueda perjudicarlo, también en el caso de sus semejantes.



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