De perfil by José Agustín

De perfil by José Agustín

autor:José Agustín [Agustín, José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1966-11-15T00:00:00+00:00


* * *

Las prácticas en hospitales: Humberto recuerda. Si no hubiera sido obligatorio asistir, de buena gana habría dejado de hacerlo. Sin embargo, eso ya pasó:

toma un helado con Violeta en los portales del zócalo. Pero no logra evitar que su mente merodee por los cuartos (horribles, deveras huelen mal) de los hospitales que ha conocido.

Violeta tiene la cucharita dentro de la boca: el helado de nuez va deshaciéndose, para deslizarse hasta su estómago. Luego, al sacar la cuchara, la oprime con los labios, como si pretendiera limpiarla (secarla). Sus ojos, muy abiertos, muestran la dosis de ingenuidad de las 11:35. Sólo le hace falta una paleta mimí, pero inmediatamente, la imagina en una sala de operaciones, bajo una sábana gris (¿por qué gris?) mientras él la contempla con La sociedad neurótica de nuestro tiempo en la mano.

Mientras observa el rostro cerúleo de su futura esposa, Única Noviecita Santa, en su mente se agolpan imágenes con tarjetas postales de París, Viena, y luego, una fotografía de Freud, ya viejísimo, que con cara bonachona, dice:

—Querido alumno Humberto, querido alumno, es usted,

y el rostro de Violeta, ojos abiertos, cucharita en boca; inmóvil, absorta, en silencio. Siente enormes deseos de besarla, con castidad, en la mejilla (cualquiera de las dos). Tras pedir la cuenta, Humberto sonríe.

—¿Vas a extrañarme cuando esté en Europa, linda?

—Primero asegura la beca y luego te digo.

—Dime.

—Sí.

Sí ambiguo. Violeta no pregunta —Y ¿tú? —pero eso no hiere la hipersensibilidad humbertiana|

—Está bonito el día, ¿verdad?

—Sí —responde Violeta,

y no la hiere porque Humberto siente, muy en lo profundo, imprecisos remordimientos que no puede explicar. Sólo:

—¡Qué chistoso! —dice y apaga la colilla en el piso, desdeñando el cenicero, sintiéndose (queriendo sentirse) jovial, alegre, saludable.

—Son ocho cincuenta, señor.

Violeta no hace ningún comentario.



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