Datrebil. 7 cuentos y 1 espejo by Miquel Obiols

Datrebil. 7 cuentos y 1 espejo by Miquel Obiols

autor:Miquel Obiols [Obiols, Miquel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1980-01-01T00:00:00+00:00


Mariona está jugando a los cinco lobitos con Aína.

En sólo unos segundos, la Autopista-17 se ha convertido en un gran río.

Han cerrado deprisa y corriendo todas las ventanillas. Caen gotas como medallones de plata. Montañas de nubes furiosas luchan en el cielo como en un campo de batalla. Se ha puesto muy oscuro. Aina empieza a llorar. Por los cristales del coche no se ve un burro a tres pasos. Da la impresión de que aquel mar de lluvia va a tragárselo todo.

—¡Esto no es normal! —comenta Mariona preocupada.

—¡Mamá, tengo miedo! —grita Berta.

—¡Mamá… teño mero…! —llora Aina.

—No es nada —dice Miguel sin darle importancia—. Sólo una tormenta de verano… No pasa nada.

Van muy despacio por miedo a patinar si dan un frenazo. Tampoco pueden detenerse. ¿Dónde podrían buscar refugio? No se ve nada, ni parador, ni gasolinera, ni aparcamiento. Sólo agua: cuatro cortinas de agua que golpean furiosamente al coche blanco. El aguacero no parece tener fin.

Ni Miguel ni Mariona las tienen todas consigo, pero disimulan. Mariona se pone a cantar con Berta y Aina, que todavía llora. Miguel mastica muy inquieto un cigarrillo y se lo traga sin darse cuenta.

De pronto, como si una mano misteriosa hubiera descorrido aquellas cuatro cortinas de agua, se encuentran circulando solos por una autopista, completamente seca, donde parece que jamás ha llovido. El coche seco y los cristales limpios, la autopista sin un solo coche y un sol que brilla magnífico en el cielo desierto de nubes.

Aina ha dejado ya de gimotear y Berta juega tranquila. Miguel y Mariona están desorientados.

—¿Tú entiendes algo de lo que está pasando? —pregunta estupefacto Miguel.

—No, ni jota —contesta aún más estupefacta Mariona—. Primero aquel temporal y ahora la autopista está seca… ¡y sin coches…! Solos… Para, Miguel. Todo esto no me gusta nada.

Miguel intenta frenar, pero no puede. Los frenos del coche blanco no responde. Mira el cuentakilómetros y comprueba que van siempre a la misma velocidad. El coche funciona solo. El volante tampoco da señales de vida. No hace falta conducir. Miguel lo comenta con Mariona en voz baja, para que Berta no lo oiga. Los dos están a punto de perder el control. No saben qué hacer. Procuran calmarse para no asustar a las hijas. Se dan cuenta de pronto de que el motor del coche no hace ningún ruido: está parado, pero sigue corriendo a la misma velocidad de siempre. Miguel se asoma a la ventanilla y observa, boquiabierto, que las ruedas no giran, que están quietas: ¡ES LA AUTOPISTA LA QUE CORRE! Como una cinta móvil, la Autopista-17 va avanzando hacia adelante, como si alguna fuerza tirara de ella. Y el paisaje también se mueve en la misma dirección, porque siempre se ven los mismos árboles y la misma montaña.

—¡Vamos a tomarlo con calma, porque si no acabaremos locos! —aconseja Miguel, impotente.

—Sí, es lo mejor que podemos hacer… —asiente Mariona.

La autopista acarrea a el coche blanco pegado sobre el asfalto. Así es como van avanzando, pero parece que no se mueven del sitio.

Al



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