Consecuencias de retar a un conde by Lola P. Nieva

Consecuencias de retar a un conde by Lola P. Nieva

autor:Lola P. Nieva [Nieva, Lola P.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-07T00:00:00+00:00


Acto 19

Las Ciceronas

Margot inspiró largamente tras escuchar el relato de Rose.

—No dejo de pensar en el peligro que habrías corrido de ser el conde el asesino —se lamentó—. Fui una estúpida al arriesgarme tanto en el dichoso juego de la verdad. Debería haber supuesto que desvelar algo tan delicado, incluso camuflado en un juego, delante de desconocidos traería problemas.

Por fortuna, solo por fortuna encontramos aliados.

—Y un aliado temible, además —corroboró Rose—; a ese hombre no se le escapa nada. Descubrió que había hecho trampas.

Margot alzó una ceja y negó con la cabeza.

—No lo habría hecho de no quitarse el antifaz.

Rose asintió, su plan no había tenido flecos. Habían logrado sustraer el plano del laberinto el día anterior para memorizarlo. Era la única manera de evitar tener una cita a solas con nadie, pero sobre todo con el conde. Lo que jamás habría imaginado era que su treta acabaría con semejante resultado.

—¿Te dijo algo más sobre esa carta?

—No, pero siento que su implicación en esto es más personal de lo que quiere traslucir.

—Eso parece… ¿Crees que saldrá bien?

Rose agitó la cabeza.

—He oído muchas voces masculinas estos días, y créeme que he estado atenta a todas ellas, pero la voz que oí era apenas un susurro apagado, será muy difícil que la reconozca. En cuanto a la letra, creo que ahí podemos tener más éxito.

—Quizá nuestro hombre sea cauto en exceso y decida no participar en el juego —barajó Margot.

—Es una posibilidad, pero no se me ocurre nada más, excepto…

Se detuvo, madurando un instante la idea que acababa de tener.

—¿Excepto qué?

—Excepto ponerle un anzuelo.

Margot alzó las cejas intrigada. La observó pensativa hasta que cayó en la cuenta de lo que pretendía. Agrandó los ojos y comenzó a negar con la cabeza.

—No permitiré que corras ese riesgo. No, no, ni hablar.

—Margot…

—He dicho que no, y te aseguro que acudiré al conde y le contaré quién es en realidad el enigmático Sullivan si osas ponerte en peligro.

—No harás tal cosa.

—Ponme a prueba y lo verás —sentenció.

Rose resopló resignada y se dejó caer en la butaca sin un ápice de femineidad en el gesto.

—¿Has pensado ya lo que vas a proponerle a la duquesa?

Asintió. Había tenido toda la noche para pensar en ello; bueno, en realidad no toda, pues el conde había secuestrado sus pensamientos gran parte de ella.

Recordó lo mucho que la perturbaba su cercanía y lo difícil que había sido ocultarle su identidad en la perfumada intimidad del laberinto. Era un hombre fascinante, distinto del resto, rezumaba misterio, desprendía poder y emanaba una masculinidad subyugadora. Todo en él le resultaba terriblemente cautivador. Su cuerpo de mujer, escondido bajo aquellas prendas de hombre, había reaccionado con el mismo anhelo. Las puntas de sus dedos habían dejado una marca de fuego en su sien, su penetrante mirada todavía quemaba en sus labios, el calor de su presencia ardía en sus sentidos. Lo deseaba con una intensidad abrumadora. Saber que no podía tenerlo, que él ya no estaba interesado en ella, que se la había regalado al escritor con tan desprendida facilidad, la enfurecía.



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