Banderas olvidadas by Julio Albi de la Cuesta

Banderas olvidadas by Julio Albi de la Cuesta

autor:Julio Albi de la Cuesta [Albi de la Cuesta, Julio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1990-01-01T00:00:00+00:00


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Como resumen de las operaciones de 1818, se puede decir que Maipú confirmó el cambio de signo de las guerras de Emancipación que se inició en Chacabuco. Hasta entonces, las fuerzas del rey habían logrado recuperar lo que habían perdido por la fuerza de las armas, con la única excepción de Montevideo. En Venezuela y en el teatro de operaciones que tenía como centro el Desaguadero, habían sufrido reveses, pero en todos los casos se habían restablecido. Incluso Chacabuco se había compensado, en cierto modo, con Cancha Rayada. Habían conseguido, además, notables triunfos, como el aniquilamiento de los principales contingentes independentistas en Nueva España, la primera reconquista de Chile, la recuperación de Quito y Nueva Granada, y las sucesivas victorias que habían obligado a Bolívar a abandonar el territorio venezolano. Desde el punto de vista de la Corte, si bien no se percibía un fin al conflicto, tampoco había razones para pensar en una derrota militar irreparable. En Maipú cambió todo. Por primera vez los realistas perdían en una batalla campal un territorio que nunca volverían a recuperar. Se abría, además, un nuevo frente al sur del Perú, con la consolidación de un ejército que, andando el tiempo, se convertiría en uno de los brazos de la tenaza que se cerraría en Lima. Para complicar aún más la perspectiva de los realistas, los éxitos de sus enemigos en tierra se completaron con avances paralelos en el mar. A diferencia de los españoles, «a los patriotas chilenos no ofuscó la satisfacción de los triunfos conseguidos en batallas terrestres ni el conocimiento de su pobreza y falta de recursos les detuvo. Su escuadra era una necesidad para cuya satisfacción cualquier sacrificio había de considerarse pequeño»[56].

Dueños de Valparaíso tras la victoria de Maipú, emprendieron sin pérdida de tiempo la tarea de convertir el puerto en la base de una escuadra que operaría en el Pacífico. Para conseguirla, mandaron comisionados a Estados Unidos y a Inglaterra para adquirir buques. El primero fue la fragata Windham, de 52 cañones, rebautizada con el nombre de Lautaro y confiada a un exoficial de la Marina británica, O’Brien. Poco después de pasar al servicio independentista tuvo su primer choque con la fragata realista Esmeralda. Tras un combate confuso, esta logró rechazar a los atacantes, causándoles pérdidas, entre las que figuraba el propio O’Brien. Más tarde, la escuadra chilena se aumentaría con el navío San Martín, de 64 cañones (ex-Cumberland), la corbeta Chacabuco y los bergantines Araucano y Galvarino. Estos barcos, comprados todos, más un bergantín capturado a los realistas, dieron a los independentistas la superioridad naval en el teatro de operaciones. El mando del conjunto fue entregado a Manuel Blanco Encalada, antiguo oficial de la Marina Real española. El primer triunfo de la agrupación fue la captura de la expedición de Cantabria, a la que hemos hecho referencia. Gracias a la utilización del código de señales del convoy y al uso de la bandera española, los independentistas pudieron así apoderarse, con escasas dificultades de la fragata María Isabel, de 50 cañones, y de cinco transportes.



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