Bajo la nieve by Helen McCloy

Bajo la nieve by Helen McCloy

autor:Helen McCloy [McCloy, Helen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1938-01-01T00:00:00+00:00


15. RETRATO DE UNA DAMA

El periódico en el que trabajaba Philip Leach tenía su propio edificio y la redacción estaba en la octava planta.

Foyle mostró su placa dorada al muchacho de guardia en la entrada.

—Quiero ver a Philip Leach.

—¡Atiza! —Al chico le brillaron los ojos. Los Relatos de terror que estaba leyendo se le cayeron al suelo—. No está aquí, inspector. ¿Es que ha arreado a alguien?

—¿Dónde vive?

—La verdad es que no lo sé.

—Entonces lléveme con el editor jefe.

El editor jefe estaba sentado frente a una mesa como a un tercio de distancia en la inmensa sección de local.

—¿Y bien, inspector? —Lo miraba con ojos cansados.

—Estoy buscando a Philip Leach.

—¿Por qué? —La voz del periodista era engañosamente suave—. ¿Está colocando dinero falso? ¿O cheques sin fondos?

—¿Esperaría usted que hiciera algo así?

—No, pero… Si lo buscan… —El editor se reclinó en su asiento—. ¿Qué cree usted que ha hecho?

Foyle ignoró la pregunta.

—He intentado localizarlo por teléfono aquí mismo, esta mañana, y me han dicho que no sabían dónde estaba. ¿Cómo es eso?

El editor sonrió.

—El señor Philip Leach lleva sin honrarnos con su presencia desde el martes pasado y no encontramos ni rastro de él. Durkin lo está cubriendo. Cuando aparezca, lo pondremos de patitas en la calle.

Foyle reordenó sus pensamientos. El martes… la noche del baile en casa de los Jocelyn.

—Entonces, ese artículo que han publicado esta mañana, el de «Kitty Jocelyn, tal y como la conocí», ¿no lo ha escrito Leach, a pesar de que iba firmado por Lowell Cabot?

—Por supuesto que no. Lo hemos improvisado con recortes de la morgue.

—¡Pero tendrá una dirección de ese tipo!

El editor dibujó una herradura en su carpeta de papel secante.

—Club Harvard. Hemos llamado, pero «Annie ya no vive allí». Se pasa de vez en cuando a recoger el correo y no saben dónde para. Solo tienen esta dirección, la de su oficina. Viene mucha gente a preguntar por él, algunos parecen bastante nerviosos.

—Debe de recibir numerosas invitaciones y llamadas de teléfono, con un trabajo como el suyo. ¿Van todos a su club?

—Sí. Solía estar en el club por las mañanas y en la oficina por las tardes.

—¿Cuándo estuvo allí por última vez?

—El martes por la tarde. Temprano. —El editor observaba la expresión de Foyle—. ¿Interesante?

El inspector respondió con otra pregunta.

—¿Por qué no avisó a la policía cuando Leach desapareció?

—¿La policía? —El periodista dibujó otra herradura—. Mi querido inspector, no suelo ponerme histérico y llamar a la policía cada vez que uno de mis hombres se corre una juerga. Leach lo hace a menudo, pero esta vez se ha pasado de la raya. Si lo encuentra, puede saludarlo de mi parte y decirle que se vaya a freír espárragos.

—¿Ha notado algún cambio en su actitud últimamente?

—Ese nunca cambia, inspector. Es incorregible.

El editor dibujó una tercera herradura.

—¿Cómo lo describiría?

El otro sonrió.

—Escurridizo.

—Me refiero a su altura o su peso. ¿De qué color tiene el pelo y los ojos?

—Medirá uno ochenta y pesará unos setenta kilos. Pelo y ojos castaños.

—¿No sabe nada sobre él? ¿De dónde viene o quién era su padre?

—Me temo que no, inspector.



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