Aprender a vivir by Luc Ferry

Aprender a vivir by Luc Ferry

autor:Luc Ferry [Ferry, Luc]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


III. DE LA PREGUNTA MORAL A LA CUESTIÓN DE LA SALVACIÓN: EN TORNO A AQUELLO EN LO QUE AMBAS ESFERAS NO PODRÁN CONFUNDIRSE JAMÁS

Si quisiéramos reducir a lo esencial las ideas modernas que estamos examinando, podríamos limitarnos a definir las morales laicas como un conjunto de valores, expresados en deberes o imperativos, que nos invitan a mostrar ese mínimo respeto hacia los demás sin el cual resulta imposible una convivencia pacífica.

El respeto que nuestras sociedades (que han hecho de los derechos del hombre su ideal) nos exigen hacia los demás se basa en la idea de que todos tenemos igual dignidad, el mismo derecho a la libertad, a la libertad de expresión y al bienestar. La famosa fórmula según la cual «mi libertad acaba allí donde comienza la de los demás» es el axioma que está en la base de ese respeto hacia los demás, sin el cual la coexistencia pacífica no es posible.

Nadie pone en duda que las reglas morales sean rigurosamente indispensables, pues sin ellas lo que se perfila en el horizonte es la guerra de todos contra todos. Son la condición necesaria de esa pacífica vida en común que conducirá al mundo democrático. Pero no son condición suficiente, y me gustaría que entendieras bien que los principios éticos, por muy preciados que sean, no regulan en absoluto las cuestiones existenciales de las que se habían hecho cargo las doctrinas de la salvación.

Para que te convenzas de ello, me gustaría que reflexionaras por un instante sobre la siguiente ficción: imagina que dispones de una varita mágica que te permitiría lograr que todos los individuos que viven en la actualidad en el mundo observaran rigurosamente el ideal del respeto al otro tal y como se encarna en los principios propugnados por los humanistas. Supongamos que los derechos del hombre se aplican de modo impecable en el mundo entero. Cada cual tendría plenamente en cuenta la dignidad de todos y se tomaría en serio el derecho de cada cual a tener acceso a esos bienes fundamentales que son la libertad y la felicidad.

Apenas podemos hacernos una idea del vuelco abismal, de la incomparable revolución que una actitud de este tipo introduciría en nuestras costumbres. En adelante ya no habría ni guerras, ni masacres, ni genocidios, ni crímenes contra la humanidad, ni racismo, ni xenofobia, ni violaciones, ni robos, ni dominación, ni exclusión, y las instituciones represoras o punitivas como el ejército, la policía, la justicia o las prisiones podrían, prácticamente, desaparecer.

Todo ello nos indica que la moral no cuenta nada, y nos hace ver hasta qué punto resulta necesaria para la vida en común y qué lejos estamos de hacerla realidad, aunque sólo sea de forma aproximada.

Por lo tanto, tampoco podrá solucionar ninguno, y digo bien, ninguno de nuestros problemas existenciales más profundos. Pues, aun cuando hiciéramos de la moral más sublime una realidad, nada impedirá que nos hagamos viejos, que tengamos que asistir impotentes a la aparición de arrugas y cabellos canos, que enfermemos, que atravesemos por separaciones dolorosas,



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