Huntington Beach by Kem Nunn

Huntington Beach by Kem Nunn

autor:Kem Nunn [Nunn, Kem]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1984-01-01T00:00:00+00:00


24

—Tenías razón con Marsha —le dijo Michelle.

Era mediodía. Ike había vuelto del hospital hacía aproximadamente una hora.

—Dice que te pareces a la chica que trabajaba con ella en la tienda de ropa, y que se llamaba Ellen. Le he preguntado si tenía idea de dónde podría estar. Ha dicho que no, que oyó que se había marchado de la ciudad. Pero estaba pensando que a lo mejor podíamos pasarnos por la tienda y hablar con…

—Olvídate de la tienda.

Michelle se lo quedó mirando.

—¿Cómo dices?

—Digo que a la mierda. Vamos a ir la tienda y el dueño nos va a decir «ah, sí, Ellen Tucker. Ya no trabaja aquí, creo que se marchó de la ciudad». De puta madre. Nadie sabe nada, Michelle. Nadie sabe más de lo que sé yo. Por eso el chaval condujo hasta el desierto buscando a la familia de Ellen, porque tampoco había podido descubrir nada, y eso que vivía aquí. ¿Ves a lo que me refiero? La clave es Hound Adams. Hound Adams y Frank Baker. La única manera de enterarme de algo es acercándome lo suficiente a ellos como para que me lo cuenten. Todo lo demás es una pérdida de tiempo.

Michelle se había sentado en el borde de la cama. Tenía las piernas cruzadas y movía uno de los pies mientras se miraba fijamente la punta del zapato.

—¿Y eso cómo lo vas a hacer?

—Voy a empezar por aceptar la oferta de Hound. Me acercaré a la tienda y echaré un vistazo a las tablas. —Hizo una pausa—. Y después de eso, no sé.

Guardó silencio y a continuación se golpeó la palma de la mano con el puño.

—Maldito Hound Adams. ¿Por qué quiere darme una tabla?

—Ya te lo he dicho, a lo mejor le gustas.

—O a lo mejor le gustas tú. O igual es otra cosa. Estoy seguro de que Hound sabe perfectamente bien que yo estaba en el rancho con Preston. Es como si estuviera jugando a algún maldito juego.

Miró a Michelle un momento, pero ella no dijo nada, así que se dio la vuelta y fue hasta la ventana.

—A lo mejor Preston tenía razón —la oyó decir finalmente—. Quizá lo mejor es que te vayas. —Hizo una pausa—. Podría irme contigo.

Ike negó con la cabeza. El problema era que ahora, por primera vez desde que se había montado en aquel maldito autobús mientras la vieja no dejaba de gritarle en la oscuridad, sentía algo más aparte del miedo. Primero se habían llevado a su hermana. Luego habían jodido a su amigo. No estaba bien que él demostrara ser tan inútil. No iba a dejar que las cosas se quedaran así. Se lo dijo a Michelle. Ella siguió estudiando la punta de su zapato, con la cara suave y pálida iluminada por el sol. Por fin, levantó la vista y lo miró.

—Tipo duro —dijo—. Ten cuidado, solo eso.

Se puso en marcha esa misma tarde y encontró a Hound Adams sentado en un banco enfrente de la tienda, hablando con dos chicas jóvenes vestidas con bañadores de una sola pieza.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.