El fraude perfecto by Ellen LaCorte

El fraude perfecto by Ellen LaCorte

autor:Ellen LaCorte [LaCorte, Ellen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2019-05-15T00:00:00+00:00


26

Rena

—Muchas gracias por cuidarla hoy, señora Lupito. Volveré en un par de horas.

Después de vivir en Phoenix durante casi dos meses, tenía que salir y hacer algo. ¿Cuánto tiempo se puede estar con una niña de cuatro años en un cuchitril de un dormitorio sin volverse loca? Ya sé dónde está el ultramarinos, pero allí no tienen casi nada que sea orgánico, no transgénico, sin gluten o integral. Me quejé al encargado y me miró como si estuviera pidiéndole tetas de canguro o testículos de mono. Dijo que había otra tienda en Tempe que tal vez tuviera lo que estaba buscando. Estoy absolutamente convencida de que lo único que come la gente de por aquí son tortillas de maíz. Las llenan con pollo, judías, queso o cerdo, pero no dejan de ser tortillas, a todas horas. Miré la aplicación del mapa de mi teléfono y descubrí que la tienda que me había recomendado el tipo estaba a unos quince kilómetros, así que tendría que tomar un taxi. Tal vez la señora Lupito me prestara su coche, pero lo dudo mucho. La semana pasada me miró mal cuando le pedí un desatascador. Stephanie había atascado el retrete aunque le había dicho mil veces que no utilizara más de cinco láminas de papel higiénico.

Además, necesito dinero. La escasa pensión de Gary y los cheques de la manutención de la niña se ingresan en un banco que, por suerte, tiene una sucursal cerca de aquí. Nunca utilizo cheques ni tarjetas de crédito. En cuanto se ingresan los cheques, saco el dinero en efectivo y lo pago todo así: alquiler, comida, lo que sea. Pero lo que me envía apenas cubre lo que necesitamos.

Durante nuestras primeras semanas aquí, además de ir a las clases de Mommy Loves Baby, Stephanie y yo fuimos a un par de parques de la zona. Creía que tal vez podría conocer allí a otras madres. Sin embargo, salvo por algunos indigentes apestosos, los parques estaban desiertos. Y creo que ya sé por qué. Stephanie se quemó el culo, se lo quemó de verdad, por tirarse por uno de los toboganes. Ni hablar de tocar las cadenas de los columpios. Supongo que son cosas que los niños de por aquí solo hacen de noviembre a marzo.

En general nos quedamos en casa, pero, por mucho que rocíe Lysol o frote las paredes con Clorox y agua, sigue oliendo a moho y a pies sucios.

Así que al final tomé la decisión de buscar trabajo, algo fácil y a media jornada. La señora Lupito dijo que cuidaría de Stephanie mientras buscaba.

Por suerte, en el segundo sitio al que fui me contrataron. Bert’s Pharmacy es una farmacia y está a tan solo dos manzanas de mi casa. Había un cartel de «Se necesita personal» en el escaparate, pero apenas se veía porque estaba detrás de un montón de cosas que había en la estantería. Junto a una pila de peluches Beanie Babies (¿quién sigue coleccionando eso?), había un tensiómetro lleno de polvo, unas muletas



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.