Elites coloniales by Ronald Syme

Elites coloniales by Ronald Syme

autor:Ronald Syme [Syme, Ronald]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1958-11-15T00:00:00+00:00


Había también algunos vascos, pero Galicia, aunque marítima, no estuvo fuertemente representada ni, en el otro extremo de España, Cataluña, Valencia y Murcia.

Como verdaderos hispanos, los primeros conquistadores estaban dispuestos a exaltar sus cualidades y linaje. ¿Quién no era noble en España? Pero resulta que pocos miembros de la alta aristocracia y de las grandes familias militares llegaron a las Indias, pues tenían ya activos y provechosos empleos. La clase y el tipo de los aventureros puede ser adivinada, tanto por haberse conservado casuales detalles, como por una fácil y normal suposición. Eran los hijos de gentilhombres locales empobrecidos o de la burguesía de las pequeñas ciudades que no tenían trabajo —y tampoco querían tenerlo—; y algunos de condición social aún más humilde. Cortés obtuvo algunos beneficios de la educación, dos años como estudiante de leyes en la Universidad de Salamanca. Emigró a las Indias para mejorar su fortuna. Notable escándalo registró una escapada con una señora en Cuba antes de la expedición a México; y, apenas desembarcado en el continente, con sutiles artes reclutó para los españoles la indispensable ayuda de una mujer a la que llamó Doña Marina, una cautiva, aunque nacida como princesa. La categoría de Cortés es evidente en su conducta como general, su diplomacia, y en los informes que envió a Carlos V. Muy diferente del conquistador del Perú. Pizarro era brutal y repelente, el hijo ilegítimo de un carnicero, absolutamente iletrado.

Los conquistadores se comportaron como era de esperar por sus antecedentes o su desesperada ambición, exasperada por las privaciones que debieron soportar en las montañas, selvas y desiertos. Le viene a uno a la memoria la ardua y osada marcha de Cortés desde la costa de México a la altiplanicie, o la de los hombres de Pizarro en el Perú, penetrando en la región montañosa a tres mil e incluso tres mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, mucho más alto quizás de lo que ellos podrían haber sabido —debido a que el barómetro no había sido aún inventado—; y antes de que pasase mucho tiempo se penetró en Chile, se cruzaron los Andes, y el río Amazonas fue navegado hasta su nacimiento.

Hernán Cortés. Anónimo, siglo XVI (Colección Duque del Infantado, Sevilla)



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