Verso suelto by Use Lahoz

Verso suelto by Use Lahoz

autor:Use Lahoz [Lahoz, Use]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-19T00:00:00+00:00


* * *

Conforme pasaban las horas más le gustaba lo que veía, ya fuera la arquitectura tradicional eduardiana o la Tate Britain. En Bloomsbury rememoró Las horas, visitó el sótano de la librería Blackwell’s y comió fish and chips en el North Sea. Ahora que disfrutaba a solas de lo desconocido, celebraba la vida descarriada y la gramática parda de Xavi como un privilegio. Al pasar por una floristería se acordó de la señora Dalloway, y, sin que viniera a cuento, lo relacionó con Ximena, ¿qué estaría haciendo? En un acto reflejo miró el móvil, pero el único mensaje era de su jefa, preguntando por un guion. La Equis. Siempre imprevisible. Lo último que supo de ella era que estaba instalada en Glasgow, cerca de una escuela de cine que, dijo, le había recordado a ella. En ningún momento la invitaba a ir. La soledad inducía a Sandra a reflexionar: ¿cómo sería ir a vivir a otro lugar solo? Sandra había heredado el temor de su padre. Era genético. No hagas esto. No saltes aquí. Cuidado con la puerta. Vigila en la escalera. Cuando era una niña, Enrique tenía tanto miedo de que le pasara algo que aprendió a ir en bicicleta en Valdecádiar y en su ausencia gracias a Noe, que fue quien le prestó la suya y la acompañó hasta soltarse. ¿Por qué la había protegido tanto? Sandra avanzaba despacio: antes de dar un paso tenía en cuenta las consecuencias. En cada elucubración cargaba con la infancia y, a su vez, con los posibles desmanes que podría acarrear la madurez. Claro que ella se había rebelado en la adolescencia y había roto con lo establecido. Sin embargo, como una regresión, con la edad, se hacían fuertes algunos temores. Para bien o para mal, el pasado era una esclavitud. En mitad del paseo dio con un vergel de aspecto selvático que concentraba plantas buscando su sitio en una armónica anarquía a orillas de un estanque; en él navegaba una barca en la que remaba una pareja de chicas. La imagen la devolvió a los libros. Las Mujeres enamoradas de Lawrence: aquellas dos hermanas abandonaban el miedo para llegar a entender lo que se estaban perdiendo por su culpa. Jamás volvían al punto de partida. Asumían riesgos en tiempo real y cuestionaban las resignaciones y las convenciones que las heroínas de Austen tanto idolatraban. De hecho, se casaban como si no quedase más remedio, en absoluto muertas de ganas; mientras que los hombres se peleaban desnudos por una gloria misteriosa, con la rabia que da querer sin poder expresarlo, sí, un combate similar al que inconscientemente Sandra soñaba librar contra Ximena, una batalla por restaurar el significado de la palabra amor y librarlo de la vulgarización a la que había ido a parar.

Sandra no se arriesgaba, vivía adherida al pasado. Xavi lo hacía al presente. Quizás por eso, pensar en independizarse le venía grande. Tuvo miedo de ir a vivir con Prisca. Tuvo miedo de decir lo que sentía a Ximena.



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