Veo una voz by Oliver Sacks

Veo una voz by Oliver Sacks

autor:Oliver Sacks [Sacks, Oliver]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Comunicación, Salud y bienestar
editor: ePubLibre
publicado: 1988-12-31T16:00:00+00:00


Procedo de una familia oyente […] he sentido presiones toda la vida, las presiones de los oyentes sobre mí («no puedes desenvolverte en el mundo oyente, no puedes triunfar en el mundo oyente») y ahora toda esa presión desaparece. Me siento libre de pronto, me siento lleno de energía. Sigues oyendo «no puedes, no puedes», pero ahora puedo. Las palabras «sordo e incapaz» quedarán desterradas para siempre; en su lugar figurarán «sordo y capaz».

Esto se parecía mucho a lo que me había dicho Bob Johnson cuando hablamos la primera vez, cuando me explicó que los sordos actuaban dominados por «una falsa ilusión de impotencia» y que, de pronto, esa ilusión se había hecho añicos.

Muchas revoluciones, transformaciones, despertares, son reacciones a circunstancias inmediatas (e insoportables). Lo más notable de la huelga de Gallaudet de 1988 es su conciencia histórica, el sentido de perspectiva histórica profunda que la informa. Esto resultaba muy visible en el campus. En cuanto llegué vi una pancarta en un piquete que decía: «LAURENT CLERC QUIERE UN RECTOR SORDO. ÉL NO ESTÁ AQUÍ PERO SU ESPÍRITU ESTÁ AQUÍ. APÓYANOS». Oí que un periodista decía: «¿Quién demonios es Laurent Clerc?». Pero su nombre, su personalidad, desconocida en el mundo oyente, la conocen prácticamente todos en el mundo sordo. Es un padre fundador, una figura heroica de la historia y de la cultura sordas. La primera emancipación de los sordos (cuando consiguen por primera vez acceder a la instrucción y recuperar el amor propio y ganarse el respeto de sus semejantes) la inspiraron en gran medida los éxitos y la personalidad de Laurent Clerc. Resultaba por tanto inmensamente conmovedor ver aquella pancarta, y no podías evitar la sensación de que Laurent Clerc estaba allí, en el campus, era, aunque póstumamente, el verdadero espíritu y la verdadera voz de la rebelión, pues él, más que nadie, había puesto los cimientos de su instrucción y su cultura.

Cuando Clerc fundó el Asilo Estadounidense de Hartford con Thomas Gallaudet en 1817, no sólo introdujo la seña como instrumento de escolarización de los sordos en los Estados Unidos, sino que también introdujo un sistema escolar extraordinario; un sistema escolar que no tiene paralelo exacto en el mundo hablante. Pronto se abrieron por todo el país otros internados para sordos que utilizaban el lenguaje de señas que se había creado en Hartford. Los profesores de estos centros se habían educado casi todos en Hartford y la mayoría de ellos habían conocido al carismático Clerc. Aportaron sus propias señas autóctonas y difundieron más tarde un ameslán cada vez más perfeccionado y general por muchas zonas del país, y el nivel y las aspiraciones de los sordos siguieron aumentando.

El modelo singular de transmisión de la cultura sorda depende por igual del lenguaje de los sordos (la seña) y de sus centros de enseñanza. Estos centros actúan como focos de la comunidad sorda, transmitiendo la cultura y la historia sordas de una generación a la siguiente. Su influjo abarcó un ámbito mucho mayor que el aula de la clase:



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