Las bolas de Cavendish by Fernando Vallejo

Las bolas de Cavendish by Fernando Vallejo

autor:Fernando Vallejo [Vallejo, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2017-04-01T04:00:00+00:00


En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y Dios era el Verbo. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por Él y sin Él no se habría hecho nada de cuanto ha sido hecho. En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

¡Qué feo y qué estúpido! En cambio en latín, no perdiendo lo estúpido, a mí me suena hermoso: «In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum», etcétera. Y oigan, muchachos, el principio del Génesis y de toda la Biblia a ver cómo les suena en hebreo: «En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Y las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: “Hágase la luz”, y hubo luz. Y Dios vio que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas». ¡Qué hebreo más feo, qué adefesio, parece escritura cuneiforme o traducción contranatura de Vélez! A esta bestia peluda la siento capaz de traducir del español al hebreo. ¿No envenenó pues a su mujer con una manzana arseniada? Esta vez fue Adán el de la manzana y no Eva. ¡Qué original! ¡Y lo que presumía en la U de A de su amistad con Sartre, quien le hablaba de tú a tú! Honor inmenso pues los franceses no tutean ni a sus madres. Parece que lo conoció en Roma en el Tre Scalini, un café de la plaza Navona donde íbamos todos los colombianos en busca de sexo, y muy zalamero y muy lacayo corrió a saludarlo: «Buenos días, maestro Sartre», le dijo en español (porque de francés Vélez sabía tanto como yo de chino). Y Sartre, con un desprecio d’ici jusqu’a Pontoise, le contestó en español correctisísimo: «Buenos días». Y giró y se fue dándole el culo.

El comienzo de la Biblia, hombre Vélez, no resiste análisis. Empieza diciendo que todo era confusión y que no había nada en la tierra, pero para que haya confusión primero tiene que haber diversas cosas, de un tipo u otro, que la sustenten; y para que haya confusión en la tierra primero tiene que haber tierra. Y que las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas… Ah, entonces sí había muchas cosas y sí podía haber confusión: confusión de tinieblas, confusión de abismos y confusión de aguas. Y debió de haber habido también mucho vacío, porque ¿por qué no? Un vacío inmenso lleno de éter. En el principio también hubo mucha confusión de éter.

Vélez: el autor bíblico, un marihuano babilónico de ascendencia caldea, tergiversó los hechos. Lo que ocurrió fue que primero estaba la nada bañada de luz, y luego vino Dios, la bañó de tinieblas y se cagó en todo. O sea en nada.



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