La tercera familia by Marcos Nieto Pallarés

autor:Marcos Nieto Pallarés [Nieto Pallarés, Marcos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-10-31T00:00:00+00:00

Sin duda

Nueve días después

20:14

Michael buscaba un vídeo en Youtube —quería enseñarme no sé qué baile de moda— cuando oí abrirse la puerta del piso. Podía saber quién entraba simplemente prestando oídos. Si escuchaba pasos pausados y unas llaves cayendo sobre el mueble recibidor, era Joel quien acababa de llegar a casa. Roy solía llamar a Coco nada más pisar el recibidor, y dejaba las llaves sobre una de las mesitas de su cuarto.

—Hola, Shaun y Michael. Y Coco —nos saludó el exheroinómano.

El perro, tumbado al lado de Michael, quien parecía haber dado con el vídeo en cuestión, se incorporó y se acercó a Joel que, como todos los días al llegar del trabajo, le acarició la cabeza. Luego le susurró: «¿tu dueño aún no ha llegado?»

—Mirad, mirad.

Joel se sentó a mi lado y Michael se colocó delante del televisor, con sus piernas de alambre entreabiertas y la mirada puesta en sus espectadores.

—A ver si me sale.

—Al tanto, que esta va a ser memorable —bromeé.

—Intenta no hacerte daño, chaval.

Joel me siguió la broma.

Michael empezó a mover las manos por delante y detrás del cuerpo como si estuviera sufriendo un ataque epiléptico, mientras de fondo sonaba una música que el más corrupto de los policías hubiera calificado de «excesiva, incluso para un interrogatorio».

—La madre que me parió —espeté sorprendido; había que admitir que la plasticidad de Michael era envidiable.

—Dios santo —exclamó Joel—. Si hago yo eso se me caen los brazos.

Nuestro joven amigo rompió a reír y se dejó caer jadeante sobre el sofá, justo cuando volví a oír cómo se abría la puerta.

—¡Coco! —oímos los tres; y Coco salió corriendo en busca de su dueño.

—Pues ya estamos todos —dijo Joel.

Parecía que fue ayer cuando les busqué trabajo en una cadena de supermercados. Conocía al encargado de haber resuelto el asesinato de su anciana madre, apuñalada en plena calle por un puñado de dólares, como reza la película dirigida por Sergio Leone. Seis meses atrás, mi vida cambió de forma drástica: pasé de entrar en un piso vacío a uno que, contando a Coco, nunca lo estaba.

—Michael, enséñale a Roy el baile ese que acabas de hacernos —rogó Joel, sonriente.

Roy se sentó expectante al lado de Joel y Michael se puso de nuevo de espaldas al televisor. Cuando el «bailarín» se disponía a oscilar los brazos como si fueran péndulos fuera de control, sonó mi teléfono móvil.

«Es del trabajo», avisé mientras me levantaba.

Me alejé de aquella música infernal.

—Dime, Allen.

—Oye, acabamos de recibir otra carta anónima que contiene el nombre del Rompefamilias.

—¿Otra?

—Sí. —La voz de Allen se percibía cansada—. Te leo: «Hola. Ayer estuve en Staten Island tomando copas con un amigo: Samuel Gilliam Godino. Bebió más de la cuenta y me confesó que había secuestrado y matado a varias madres y a sus hijos pequeños. Es mi amigo desde que éramos unos críos, pero no puedo guardarle un secreto así».

—Supongo que la carta está limpia.

—La tiene la Científica, pero sí, en principio no contiene huellas. ¿Puedes encargarte de comprobar si el tal Samuel da con el perfil?

—Claro.

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