La muerte tendrá que esperar by Javier Valenzuela

La muerte tendrá que esperar by Javier Valenzuela

autor:Javier Valenzuela [Valenzuela, Javier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-03-23T00:00:00+00:00


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Nabil Mursi subió al estrado del Tabadoul, un centro de intercambios culturales situado en la parte baja de la calle Magallanes, ya cerca del paseo marítimo y la nueva marina, y habló en español ante el micrófono:

—Buenas tardes a todas y todos. Es para mí un honor dar la bienvenida al profesor Sepúlveda a este acto de presentación de Solidaridad Ibero-Africana. Aunque la mayoría de vosotros lo conozcáis, dejadme recordar que el profesor Sepúlveda nació en Tánger, donde su padre trabajaba como periodista en el diario España, y, tras estudiar y ejercer la enseñanza en Madrid, regresó a nuestra ciudad hace veinte años. De su magisterio en el Instituto Cervantes pueden dar cuenta algunos de sus alumnos marroquíes que veo entre nosotros. El profesor Sepúlveda nos ha enseñado a amar las obras de escritores españoles relacionados con Tánger, como Ángel Vázquez, Carmen Laforet, Juan Goytisolo y Ramón Buenaventura. Todos conocemos también la gran amistad que le unió con el llorado Mohamed Chukri, y la que sigue manteniendo con Mohamed Mrabet. Puente intelectual sobre el Estrecho, el profesor Sepúlveda ha aceptado formar parte de la primera junta directiva de nuestra asociación. Suba usted, profesor.

Sepúlveda subió al estrado, algo azorado por los aplausos de la treintena de personas —españoles, marroquíes y subsaharianos, todos protegidos con mascarillas— que asistían a la presentación. Vestía un traje de color tabaco, bajo cuya chaqueta llevaba uno de los polos azul marino de manga larga y buen algodón que compraba en Almacenes Alcalá, la tienda de la calle Siaghins. Se fundió en un abrazo con Mursi y, cuando este hubo bajado a la primera fila de asientos, se quitó su mascarilla, carraspeó y dijo:

—Muchas gracias, Nabil, y muchas gracias a todos los presentes. Nabil sabe que, si me resistí un poco a incorporarme a esta asociación, tan solo fue porque no creo tener ningún mérito para hacerlo, salvo, bueno, quizá el de desear que españoles y marroquíes nos llevemos bien, nos llevemos no solo como buenos vecinos, sino como hermanos. Del hermoso lema de la Revolución francesa, Liberté, egalité, fraternité, al que me adhiero totalmente, quizá el elemento más olvidado hoy sea la fraternidad. Pero sin ese elemento, sin la profunda convicción de que todos los seres humanos somos hermanos, no pueden aplicarse los otros dos. —Los aplausos lo obligaron a callar unos instantes, que aprovechó para beber agua de la botellita de plástico que tenía en la mano izquierda. Restablecido el silencio, prosiguió—: Este es un año de crisis política entre España y Marruecos, y por ello creo más necesario que nunca que gente como nosotros se comprometa con una causa justa. No queremos que políticos y medios de comunicación de uno y otro lado nos empujen a trasnochadas querellas nacionalistas, queremos que españoles y marroquíes, europeos y africanos, trabajemos juntos a favor del mundo que exige la pospandemia: un mundo más libre, igualitario y fraternal. —Hizo una pausa y se secó el sudor de la frente con un pañuelo que sacó del bolsillo de la



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