La ciudad del dragón by Mario Escobar

autor:Mario Escobar [Escobar, Mario]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-31T00:00:00+00:00

19. Dragones

El juez miró los informes y de inmediato llamó al maestre.

—Alguien está metiendo la pata.

—No podemos hablar de esto por teléfono. Le espero en una hora en mi casa.

Lluís Jover recibió al juez que se sentó en el sillón de al lado. Este le contó lo sucedido y el hombre resopló varia veces.

—¿Cómo es posible? Ahora que vamos a conseguirlo, que queda tan poco. ¿Son de los nuestros?

—No lo sabemos, puede que sí, hay facciones un poco extremistas.

—Encima ponen dragones como a finales del siglo XIX y en los años treinta.

—Vamos a llegar hasta el fondo y parar a quien sea.

—Está bien, pero debo reunir a la asamblea de ancianos. En unos días habremos firmado el acuerdo, eso nos deja las manos libres para volver a intentarlo y esta vez no vendrá la policía ni la Guardia Civil.

En cuanto se quedó a solas, Lluís utilizó el sistema cifrado. Ante cualquier emergencia, todos los miembros debían reunirse de inmediato. El lugar era siempre el mismo, tenían una sala secreta en los sótanos del castillo de los Tres Dragones. Tras la restauración del edificio en los años ochenta, se había incluido aquella habitación secreta.

El primero en llegar fue el gran maestre, Lluís se colocó la ropa ceremonial y esperó a los otros seis miembros.

—¿Por qué nos ha convocado con tanta brevedad?

—Tenemos un problema.

El hombre les enseñó la frase en las dos escenas del crimen.

—Tienen que encargarse los mossos, son de los únicos que podemos fiarnos —dijo uno de los hermanos.

—Pues desde el referéndum les cuesta hacernos favores —comentó otro.

—Ahora que estamos tan cerca nada puede fallar —dijo Lluís.

Votaron por unanimidad organizar una investigación secreta de los mossos.

Lluís se marchó con uno de los hermanos, y en el coche comenzaron a hablar.

—Me he enterado de que alguien quiere hacer un artículo sobre nosotros.

—¿Cómo? Nadie sabe que existimos.

—Ya sabes, siempre hay algún listo.

—Pues que lo paren de inmediato.

—Así se hará.

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