El último telesilla by John Irving

El último telesilla by John Irving

autor:John Irving [Irving, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-10-01T00:00:00+00:00


34

Nuestro marine

En la primera carta que me escribió Em, tan solo una de las cosas que me dijo no era totalmente cierta: «Es que no me atrevo a inventármelo todo, como haces tú». No me lo invento todo, pero cuando utilizo cosas que ocurrieron de verdad, siempre cambio algo; intento que lo que ocurre en la ficción no sea exactamente verídico. Tal vez era eso lo que Em quería decir.

Estoy destacando un pequeño detalle. En otro sentido, no discutiría ni una sola palabra de las que Em escribió en aquella carta. Es una auténtica escritora. «Nada ha cambiado porque sepas quién es tu padre, excepto que sabes de dónde viene tu gen de escritor», escribió Em. También se hizo eco de lo que Molly me había dicho en privado.

—No tenemos que hacer público el tema de quién es tu padre, niño —⁠fue como lo expresó Molly.

Hasta donde yo sé, Nora era la única que había indagado sobre la vertiente legal del asunto. ¿Era, o es, delito en Colorado que una mujer de dieciocho años mantenga relaciones sexuales con un chico de catorce? Lo que aquí importaba, me dijo Molly, era el trabajo de mi madre. Pequeña Ray era monitora de esquí para principiantes, la mayoría de ellos eran niños. «Catorce años o menos, niño», me dijo Molly. No costaba entender cuál era su enfoque. «No digo que lo que hacéis vosotros, los escritores, sea inmoral: robar cosas que dice o hace la gente de verdad me parece justo», me dijo la allanadora de pistas. «Pero ciertas personas opinarían que lo que hizo tu madre sin duda fue inmoral: concebirte con la intención de que fueras todo suyo. Supongo que entiendes a qué me refiero, niño», dijo Molly. «Ya sea legal o no, alguien con catorce años es menor de edad.»

Pero por lo que habíamos podido comprobar de Paul Goode en El hombre de la guardería, yo no era solo de mi madre. ¿Podríamos considerar que guardarnos esa información para nosotros, lo que Molly llamaba «este asunto», sería una mentira por omisión? Era lo que Nora siempre decía: todo giraba en torno al sexo y los secretos. Por lo demás, los que sabían que Paul Goode era mi padre querían a mi madre; es decir, estaban comprometidos con su seguridad.

El hombre de las raquetas, incluso como mujer, era un caballero de la vieja escuela y nunca se le habría ocurrido hablarle de la escapada de mi madre a los pequeños Barlow, que se sentían la mar de satisfechos de haber sido los primeros en reconocer la genialidad de Paul Goode a la hora de hacer cine de género negro. Goode tenía cuarenta y siete años cuando El hombre de la guardería le convirtió en una estrella de cine y en una celebridad de Hollywood; aunque tal vez era demasiado mayor para ser considerado un descubrimiento. En la boda de mi madre, fue Susan Barlow la que dijo: «Estoy convencida de que se va a hacer famoso».

Pero Elliot Barlow, como hombre y como mujer, sabía ser discreto.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.