Cuenta conmigo by W. Ama

Cuenta conmigo by W. Ama

autor:W. Ama [Ama, W.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2020-03-01T00:00:00+00:00


Capítulo 12

Coser las dudas

Gretta llegó a su casa muy entusiasmada. Tenía unas ganas enormes de leer la carta y por fin esa tarde lo iba a hacer.

Nada más abrir la puerta se encontró a su madre, otra vez vestida de chándal, intentando seguir una tabla de ejercicios desde la pantalla del ordenador portátil. Al oír que su hija entraba, la saludó.

—Buenas tardes, cariño —le dijo Matilde tras parar el vídeo y darle un beso—. ¿Qué tal el colegio hoy?

—¡Hola, mamá! —respondió la chica con un poco de prisa—. El colegio genial, ¡por fin nos han dado la carta de Francia!

Gretta dejó su mochila sobre la mesa de la cocina.

—Oh, vaya, ¡se me ha roto la cremallera! —dijo muy preocupada al abrir la mochila para sacar el cuaderno donde había guardado la carta.

—A ver, a ver, no será para tanto drama —dijo Matilde un poco de mala gana esperando no tener que sacar la caja de costura y coser la mochila—. Bueno, eso no es nada, anda vacíala y me la das. En un pispás habré cosido la cremallera a la tela. A ver si lo hago rápido y puedo volver a ponerme con la tabla de ejercicios.

A Gretta le extrañó el último comentario, ¿por qué a su madre le había dado por hacer tanto ejercicio?, pero como tenía prisa por leer la carta, no le preguntó.

La chica comenzó a sacar todo lo que había dentro de su mochila: papeles doblados con las puntas desgastadas y medio rotos, lapiceros sin punta, pequeños trocitos de papel de aluminio de algún almuerzo, algún bolígrafo… Y los libros y cuadernos junto al estuche. Bueno, mejor dicho, junto a los estuches, porque Gretta llevaba dos, uno para los bolígrafos y otro para las pinturas.

Aquello guardaba de todo, incluso cosas que ella no recordaba haber metido.

—¡Qué barbaridad la cantidad de cosas que caben en esta mochila! Parece magia —bromeó Matilde—. Creo que el próximo verano en vez de maletas llevaremos tu mochila del colegio, ja, ja, ja.

Una torre de libros y cuadernos, rodeada de un montón de utensilios, quedó sobre el mantel de la mesa de la cocina.

Gretta entregó la mochila vacía a su madre para que la cosiera y buscó entre todo el montón de libros el cuaderno donde había guardado la carta.

—¡Aquí está! —exclamó sonriente como quien encuentra un tesoro. Sin embargo, poco a poco se le fue borrando la sonrisa de la cara.

—¡Oh, qué bien, la esperada carta! —dijo Matilde recordando todas las veces que Gretta le había dicho: hoy tampoco hay noticias de Rennes—. ¿Te das cuenta?, todo llega. Pero, dime, ¿por qué estás tan seria? ¿No tenías tantas ganas de tener la carta?

En tres segundos, Gretta pasó de estar seria a estar roja de enfado. Su respiración era fuerte y firme. Si en ese momento alguien hubiera visto su cara, hubiera pensado que la chica iba a echar fuego por la nariz, como un dragón enfurecido.

—¡¡¡Alguien ha abierto la carta!!! —chilló llena de enojo.

—Pero ¿qué me dices?, a ver. —Matilde dejó la mochila sobre una silla y se acercó hasta el sobre—.



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