Tierra contrafuturo by Luis Carlos Barragán

Tierra contrafuturo by Luis Carlos Barragán

autor:Luis Carlos Barragán
La lengua: spa
Format: epub
editor: Minotauro Colombia


* * *

Doña María fue la primera en entender que cada especie percibía el tiempo de una forma distinta, como los animales: para las moscas nosotros nos movemos en cámara lenta, para los gulrugs hablamos a toda velocidad. Las especies que mejor se llevan son las que están sincronizadas a la misma velocidad. Los humanos actualizan la imagen que tienen en frente en su cerebro sesenta veces por segundo; sölföls, norkis, barlunkos y plasmanos, tienen una velocidad de actualización de 59-63 imágenes (ópticas o no) por segundo. Esas cinco especies eran las que siempre terminaban entregándose a relaciones apasionadas y carnales en bares en órbita y moteles interespecie de dudosa reputación, celebrando fiestas orgiásticas en Cordwainer Alpha: tentáculos, vello púbico escarchado, agujeros succionadores, racimos de bulbosos estambres eréctiles y gelatina rectal. O eran los que terminaban viviendo juntos en un asteroide adoptando pequeños flambulitos en casas familiares, impulsados por algo que los humanos llaman “amor” y los plasmanos, “bulpifag”.

Los alarinos son la especie inteligente más lenta que habita la Vía Láctea.

—Ve, tan chistoso —dijo doña María cuando PAU le explicó que eran seres vivos.

—Parrecen hongos de distintos colorres salpicados con ojos crristalinos. Lo mejorr es dejarrles mensajes escrritos, esperrarr un parr de horrras, conectarrse al enlace pantelepático y esperrarr a que los pensamientos surrrjan, lentamente, hasta producir una idea clarrra. Parra ellos, nosotrros somos cosas que pasan demasiado rrrápido, que apenas pueden perrcibir si ponen mucha atención y si nos quedamos quietos, si no, ni se enterran.

PAU y doña María vivieron juntos en las grutas de ‘Ap’Arlap, como maestro y discípula. Doña María admiraba a PAU, haría todo por él. Incluso admiraba cómo agitaba su enorme cola de dos metros al caminar, dando la sensación de que era un enorme velocirraptor. Y aunque ella sabía que los norkis no tenían género, lo interpretaba como a un hombre joven, con energía y vitalidad: como al amante que la dejó tirada, como el hijo que se le estropeó.

Las charlas en su pequeño escondrijo entre las montañas rosadas evolucionaron lentamente, doña María cada vez era más consciente del cambio en su vida: ya no era una profesora de colegio frustrada, una vieja cuya vida se limitaba a la tienda, a los chismes y a mantener a su hijo, muerto para ella.

—Antes, solo imaginarme eso de ir de campamento me daba escozor —decía analizando su propio cambio—. Antes ni siquiera me gustaba viajar.

Durante su vida humana, se había mantenido en los límites de la moral cristiana: condenaba a los marihuaneros y a los maricas, y se daba la bendición cada vez que alguien mencionaba una orgía o un pene. Que tonta se sintió después de romper las barreras de su mente. Aun así, le costaba perdonar a un hijo descarriado, a un hijo ladrón. Por más que lo pensaba, ella todavía no quería ver a Julián. El problema moral que representaba todavía estaba sin resolver.

La mente humana puede ser imaginada como un pentágono regular en el que caben todas las aspiraciones, los sueños, la



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