La nave negra by Andrés Conca

La nave negra by Andrés Conca

autor:Andrés Conca [Conca, Andrés]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2019-06-15T00:00:00+00:00


La información iba acompañada de una foto de Miguel y Antonia sentados en una terraza de un bar en algún lugar turístico mientras se besaban y seguía con un texto a medias cómico y en modo ataque al Gobierno.

* * *

Carlos se había quedado congelado en su posición inclinada hacia la pantalla del ordenador. ¿Cómo podría haber sido tan estúpido de no darse cuenta? ¿Acaso no le había parecido extraña la camaradería que Antonia y Miguel mostraron desde el principio?

—Vaya por Dios —la voz de Moncada sonó a su espalda. Intrigada por su comportamiento se había levantado y ahora había visto lo que el diario mostraba—. Te puedo asegurar que yo no lo sabía, aunque visto a posteriori, explica algunas cosas.

No contestó. Se sentía furioso con su hijo, pero más aún con Antonia. Y al mismo tiempo tenía que pensar qué consecuencias iba a tener todo esto. Todavía había un dato que la prensa no parecía conocer, la relación de parentesco entre Carlos y Miguel. Pero la información estaba en manos del Gobierno.

—Voy a matar a Antonia cuando vuelva del hospital —dijo Carlos—. Pero antes he de llamar a Madrid, y no va a ser nada cómodo.

Moncada puso sus manos sobre los hombros de Carlos y le dio un ligero apretón para mostrarle su apoyo, luego le dejó que se alejara para llamar. Solo habló con Verónica, que le dejo claro que estaba muy disgustada y también lo estaba el Gobierno. Con él más que con Antonia. Le informó también que tanto Antonia como Miguel tendrían que abandonar el campamento para no volver. Y le dejó a él la misión de comunicárselo.

* * *

Carlos entró en la zona de dormitorios a buscar a su hijo pero este ya esperaba frente a la puerta de su cuarto. Por su expresión estaba claro que también había leído las noticias. Tan pronto como vio a su padre intentó decir algo.

—Ni una palabra aquí —le calló Carlos y le conminó a seguirle. Los dos salieron y se alejaron unos cientos de metros.

—Pero cómo cojones se os ocurrió —de camino había estado pensando en decenas de modos para enfrentar la discusión pero ahora ya no sabía qué decir.

—Antonia y yo nos queremos…

Carlos lo fulminó con la mirada y lo hizo callar.

—Podría ser tu madre —aquello sonó tan a drama de televisión que no pudo evitar enfadarse más.

—Eso no es cierto, es mucho más joven.

—¿Por qué me lo ocultasteis? Me vinisteis contando cuentos cuando llegasteis. Ahora todo el país habla del tema. Y por cierto, ya no vas a poder seguir aquí.

—Ya me imagina que tendría que irme. Lo siento, solo quiero disculparme.

—Ella también se va.

Miguel guardó silencio unos segundos.

—¿Es eso necesario? Si hay alguien a quien castigar, aquí estoy yo. Le hundirá no estar aquí.

—No se trata de castigos, no estamos en el colegio. Se trata de que no tienen ya la confianza necesaria. Además, hay que calmar el escándalo en los medios…

—¿Pero qué escándalo? Solo estaba en un par de periódicos. Con todo lo que está pasando la gente no le está prestando atención.



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