Del Rhin a Mapimà by Karl May
autor:Karl May [May, Karl]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1883-02-08T00:00:00+00:00
CapÃtulo 10.- Rapto
DESPUÃS de unas semanas de agitación reinaba la paz. Sternau no quiso abandonar la hacienda, hasta que Antonio Unger estuviera totalmente restablecido, ya que una simple infección podrÃa poner en peligro su salud.
No habÃa pasado un mes y la convalecencia habÃa terminado. Sin embargo, todavÃa no tenÃa suficiente fuerza corporal y como su mente era perfectamente lúcida, tenÃa un solo pensamiento: vengarse de Alfonso de Rodriganda. Por eso no dejó que sus amigos se fueran, amigos con los que querÃa iniciar el camino de la venganza y, no siendo todavÃa capaz de montar a caballo, esperaron a que estuviera repuesto del todo.
Y asà sin más, transcurrieron un par de semanas.
En aquel momento, Mariano recibió dos cartas de su prometida, quien le aconsejaba dejarse guiarse por el médico sobre su futuro, con la esperanza de que perdiera su miedo.
Antes de su partida hacia Ciudad de México, Sternau habÃa escrito a su esposa y le rogaba que enviara sus cartas a su amiga Amy Dryden, a través de la cual sin duda le llegarÃan a él, dondequiera que se encontrara. Aquel dÃa, Mariano recibió una carta de su novia. El sobre era bastante voluminoso y cuando la abrió, encontró en él una carta para Sternau.
La carta era de su patria, de Rheinswalden; ContenÃa varias páginas escritas en letra pequeña y una página separada, dirigida al capitán Unger de su esposa y Kurt. Roseta le contaba en ella que todos los de la familia estaban bien y les daba todo tipo de noticias sobre otras personas. Sternau leyó detenidamente la carta y luego la colocó cuidadosamente en un billetero en el bolsillo de su abrigo y salió a caballo por la pradera. SentÃa la necesidad de permanecer sólo con sus pensamientos.
Antonio Unger, en plena convalecencia, usaba ahora, sobre la cicatriz de la operación en el cráneo, un cuero especial, que debÃa ser reemplazada por una placa de oro. Hacia pequeños desplazamientos diariamente, bajo la supervisión del doctor Sternau, asà que al cabo de un tiempo, su cuerpo se habÃa fortalecido, por lo que ahora podÃa recorrer un camino más largo montando a caballo tranquilamente, sin cansarse. Siendo esto asÃ, Sternau fijó la fecha de salida para la próxima semana. Hasta entonces descansarÃan en la hacienda todos los invitados.
Estas semanas significaron para Emma y su novio un perÃodo de felicidad y gratitud hacia Sternau, al que debÃan esta felicidad.
Pedro Arbellez habÃa sido mientras tanto nombrado por Juárez administrador de la finca de Vandacua, asà que a menudo tenÃa que ir allÃ.
Un dÃa, tuvo que ir a Vandacua y se hizo acompañar por su futuro yerno. Después de su salida de la hacienda del Erina, Sternau, que estaba parado junto a una la ventana, vio a un jinete que se acercaba a la hacienda. Era un oficial de los lanceros. Cuando Emma salió a darle la bienvenida, el oficial, que parecÃa estar muy cansado, le preguntó, después de los saludos pertinentes:
âPor favor, ¿ésta es la hacienda del Erina?
âSÃ, âle respondió.
â¿Propiedad del señor Pedro Arbellez?
âSÃ, yo soy su hija.
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