1984 (trad. María José Martín Pinto) by George Orwell

1984 (trad. María José Martín Pinto) by George Orwell

autor:George Orwell [Orwell, George]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1949-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 6

Al fin había ocurrido. El mensaje que esperaba había llegado. Tenía la impresión de que llevaba toda la vida esperando que esto ocurriera.

Iba caminando por el largo corredor del Ministerio y estaba prácticamente en el punto en el que Julia le había metido la nota en la mano cuando se percató de que alguien más grande que él caminaba a su lado. La persona, fuera quien fuese, tosió levemente, obviamente como preludio antes de ponerse a hablar. Winston se paró en seco y se volvió. Era O’Brien.

Al fin estaban cara a cara y tuvo la sensación de que su único impulso era el de echar a correr. El corazón le golpeteaba violentamente. Habría sido incapaz de hablar. O’Brien, sin embargo, había continuado avanzando al mismo ritmo y posó una mano amistosa por un instante en el brazo de Winston, de modo que los dos iban caminando el uno junto al otro. Empezó a hablarle con la peculiar cortesía grave que lo diferenciaba de la mayoría de los miembros del Partido Interno.

—Esperaba tener la oportunidad de hablar contigo —dijo−. Estuve leyendo uno de tus artículos escritos en neohabla en The Times el otro día. Sientes un erudito interés por la neohabla, creo entender.

Winston había recuperado parcialmente la serenidad.

—No llego a erudito —le contestó−. No soy más que un aficionado. No es mi especialidad. Nunca he tenido nada que ver con la creación de ese lenguaje.

—Pero lo escribes con elegancia —le dijo O’Brien−. Y no soy el único de esa opinión. Hace poco estuve hablando con un amigo tuyo que sí es un auténtico experto. Ahora mismo no recuerdo su nombre.

El corazón de Winston volvió a darle un vuelco doloroso. Era inconcebible que esto no fuese más que una alusión a Syme. Pero Syme no solo estaba muerto, sino que había sido abolido, era una nopersona. Cualquier referencia identificable a él habría sido mortalmente peligrosa. El comentario de O’Brien debía de tener la intención de ser una señal, una palabra en clave. El hecho de compartir un pequeño crimen de pensamiento los había convertido a los dos en cómplices. Habían continuado caminando lentamente por el pasillo, pero ahora O’Brien se detuvo. Con la curiosa actitud amistosa que siempre lograba imprimir a su gesto, se recolocó las gafas sobre la nariz. Después, siguió hablando:

—Lo que en realidad quería decir es que en tu artículo observé que habías usado dos palabras que se han vuelto obsoletas. Pero eso ha ocurrido hace muy poco. ¿Has visto la Décima Edición del Diccionario de Neohabla?

—No —dijo Winston−. Pensaba que aún no se había editado. Aún utilizamos la Novena Edición en el Departamento de Registros.

—No está previsto que la Décima Edición aparezca hasta dentro de unos meses, según creo. Pero se han puesto en circulación unos cuantos ejemplares de muestra. Yo tengo uno. Quizá te interesara echarle un vistazo.

—Sí, mucho —se apresuró a decir Winston, al ver adónde conducía todo esto.

—Algunas de las novedades son de lo más ingeniosas. La reducción en el número de verbos. Ese es el aspecto que te interesará, creo.



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