Los pecados de Marisa Salas by Clara Sánchez

Los pecados de Marisa Salas by Clara Sánchez

autor:Clara Sánchez [Sánchez, Clara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-11T00:00:00+00:00


* * *

A la semana siguiente de la llamada de Stephan, descubro una figura vestida de negro con el pelo revuelto esperándome a la salida del colegio. Es Carolina. Me marcho en otra dirección y ella echa a correr detrás de mí. Yo no pienso correr, dejo que me alcance jadeando, parece muy débil. Antes de que hable le pregunto.

—¿Estás enferma? ¿Te ha visto un médico?

—Déjate de gilipolleces. Tienes algo que me pertenece.

—No sé de qué me hablas.

Ha perdido el brillo. Todo lo que antes era brillante ahora es opaco, pálido, sobre todo los ojos.

—Solo te enseñé la novela, no te la di. Devuélvemela.

—Me han emocionado las anotaciones al margen. ¿Son de Nilo?

No contesta. «¿Por qué no le dijiste a Nilo que te gustaba? ¿Por qué no me lo dijiste a mí?». No es justo que le pregunte esto y no se lo pregunto, no tiene ninguna obligación hacia mí, ni yo hacia ella.

—Francamente, no sé qué quieres de mí —digo.

—Que se te haga justicia poética.

—Otra vez con eso. ¿Sabes una cosa? Ya se me ha hecho justicia —digo y la dejo ahí plantada como una pobre mujer que no es, si se piensa en Stephan, en su gran salón, en los niños rusos, en sus miles de lectores, en sus treinta años de éxito ininterrumpido, en nuestro editor, Nilo, dorándole la píldora, en su desdén hacia mí aquel mediodía en el restaurante Trocadero.

Y de pronto, mientras abro la cancela de mi casa y saludo al vecino con la mano, me asalta la duda de que mi novela de verdad le haya gustado y necesite decírmelo para que la ayude a destruir a Luis Isla. Es evidente que tiene un umbral muy bajo de aceptación de la frustración, que debe de llegar al máximo cuando el fin de semana entre los libros más vendidos ha desaparecido el suyo mientras que el mío sigue en el número uno.

—Te veo muy contenta —dice Mauricio dándome un beso de buenos días en el cuello.

No sé cómo decirle que los besos en el cuello me dan unos escalofríos muy raros, casi desagradables, no quiero herirle. Terminamos de desayunar y como todos los sábados cogemos los bastones nórdicos y nos damos una buena caminata. Mauricio quiere repetir la experiencia de hacer el amor entre las plantas y me coge de la mano. Me duele desairarle y accedo aunque tengo la cabeza en Inconfesable y en que estas escenas de una pareja adulta, que ni siquiera son amantes, jugando a ser apasionados sobre la fría hierba es el reverso perfecto de Días de sol. Y nada más llegar a casa, mientras Mauricio se ducha y luego prepara unas chuletas en la barbacoa con energía renovada e ilusión en el porvenir puedo escribir un folio más. Cuando bajo al jardín, Pedro y el niño le están ayudando con los platos. Han situado la mesa bajo unos cuantos rayos del sol de octubre. Y me paralizo en la puerta: si pongo un pie en esta visión, si la toco con un dedo o con una palabra se deshará para siempre.



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