Los amos del aire by Donald L. Miller

Los amos del aire by Donald L. Miller

autor:Donald L. Miller [Miller, Donald L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T00:00:00+00:00


* * *

DOS DE LOS ANSIOSOS OBSERVADORES DE LA RETIRADA GERMANA ERAN los evadidos Beirne Lay jr. y Walter Duer, de la 8.ª Fuerza Aérea. A principios del mes de agosto seguían escondidos en la granja, que resultó ser un almacén oculto del maquis de armas y municiones lanzadas por bombarderos de Inglaterra. Tras tener conocimiento de la brecha de Saint-Lô, siguieron el avance estadounidense, aldea a aldea, en los mapas de seda incluidos en sus equipos de huida. Lay y Duer esperaban su liberación mientras trabajaban de sol a sol en los trigales de su patrón. Una tarde que estaban en el establo quitando los arreos a los caballos de repente entraron dos muchachas francesas con el rostro radiante, los abrazaron y les entregaron una corona de flores rojas, blancas y azules. Los alemanes se habían marchado, dijeron sin aliento las muchachas. Los estadounidenses estaban a apenas 30 kilómetros de distancia.

En el desayuno de la mañana siguiente, una banda «de maquis de feroz aspecto, armados hasta los dientes con fusiles ametralladores Bren, pistolas, granadas de mano y cuchillos»,[52] entró en tropel en la cocina con paquetes de cigarrillos estadounidenses. A los dos aviadores les entregaron metralletas Tommy [Thompson] y les hicieron meterse en el asiento trasero de un baqueteado turismo. Con los guerrilleros franceses subidos al estribo, al estilo de los gánsteres, con las metralletas preparadas, los condujeron a una de las columnas blindadas de Patton. A la mañana siguiente, los trasladaron en jeep a través de las líneas estadounidenses hasta el puesto de mando de la 9.ª Fuerza Aérea en Francia. «Por doquier se veían los despojos de la Wehrmacht», escribió Lay, y, a poca distancia, podía oír el sonido de la batalla. Eran los alemanes, «machacados hasta el exterminio por nuestros cazabombarderos […] en el lento cierre de la brecha de Falaise».

Los alemanes habían dejado atrás la mayor parte de su equipo, así como 50 000 prisioneros y 10 000 compañeros muertos. Así y todo, no menos de 50 000 soldados germanos lograron escapar de la Bolsa de Falaise antes de que se cerrara a finales de agosto. Los aliados volvieron a encontrarlos frente al Rin.

La matanza de Falaise puso fin a los ochenta días de la batalla de Normandía, la más decisiva del Frente Occidental. Los alemanes perdieron más de 400 000 combatientes —muertos, heridos o capturados— y los aliados encajaron más de 225 000 bajas, de las cuales dos tercios eran estadounidenses, entre ellos 8536 aviadores muertos y desaparecidos.[53] La batalla fue el preludio de la liberación de París y del avance triunfal aliado a través de Francia en dirección a la frontera occidental de Alemania. Una campaña a la que se sumaron los contingentes aliados desembarcados el 15 de agosto en la costa meridional de Francia. Más al norte, los contingentes aliados avanzaron casi sin resistencia desde el Sena al Somme, el Marne y la frontera belga, a través de un territorio célebre por la Primera Guerra Mundial. Apenas cien días después de los desembarcos de Normandía, los ejércitos



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