Los años irreverentes. Escritos completos en El AmanteCine Vol.1 by Quintín

Los años irreverentes. Escritos completos en El AmanteCine Vol.1 by Quintín

autor:Quintín [Quintín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Cinematografía
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


141. Mis criminales favoritos

Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers), Oliver Stone, 1994.

La singularidad del cine es seguir siendo

un maravilloso entretenimiento de feria.

Rodrigo Tarruella

La ficción no tiene fronteras, ni ley ni reglas.

Samuel Fuller

El exceso puede llevar a muchas cosas.

Y ese es el tema que debe abrazarse

en lugar de esconderse de él.

Oliver Stone

1. En la misma semana en que vi Asesinos por naturaleza, personas muy importantes como el presidente Menem y el Chacho Álvarez participaron en los festejos de los mil programas de Tinelli. En la misma semana, los republicanos barrieron a los demócratas en las elecciones legislativas, prometiendo la pena de muerte, la eliminación del sistema de salud y la exclusión de los extranjeros. El futuro presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich –una mezcla de Terragno con el pastor Giménez–, promete un siglo XXI bendecido por la tecnología, la religión y los vendedores de armas.

2. Oliver Stone es un cineasta mersa. No es visualmente refinado y sus ideas, habitualmente confusas, no pasan de los suplementos dominicales. A nadie se le ocurre decir que es un artista. Incluso hay gente indignada porque su guion no respetó la historia original del joven genio Quentin Tarantino. Hasta es de buen tono despreciarlo. En la página 37 de esta revista, por ejemplo, Eduardo A. Russo lo carga llamándolo «insigne pensador de nuestro tiempo». De todos modos, Stone tiene un pequeño mérito: sus películas se ocupan de un espacio público, plantean problemas actuales y se enfrentan con la historia y la política. Stone ha hecho películas espantosas –como El cielo y la Tierra– y otras mucho más consistentes –como Salvador–, pero en todas (excluyo La mano, que no vi) ha roto con un postulado que parece cada vez más firme en la industria del entretenimiento: que el cine quede arrinconado en el territorio de la fantasía mientras la televisión se ocupa de la «vida real». Y en ese sentido, la obra de este artesano obsesivo, que domina como pocos el montaje y que es un excelente director de actores, resulta mucho más interesante que lo que en estos días se llama «arte» como, por ejemplo, esa prolija nulidad titulada ¿A quién ama Gilbert Grape?

3. Asesinos por naturaleza tiene que ver con una cuestión central de esta época: el placer de la televisión. Alguna vez John Milius dijo que hacer películas contra la violencia era como hacer películas contra la lluvia. Algo parecido podría decirse de la televisión. Recientemente, Kika, de Almodóvar, intentó una crítica contra los reality shows basada en la buena conciencia. Resultó uno de sus films más vacíos, menos emotivos. Porque por más que uno haga esfuerzos diarios por convencerse de que no pertenece a la categoría universal de televidente, una vez que tiene el control remoto en la mano, no puede evitar sucumbir a la simpatía de Tinelli, al sentimentalismo de Grande Pa ni a la curiosidad morbosa por la Guerra del Golfo. Ignorar esto, pretender que los que disfrutan son los otros, es caer en el rincón supuestamente serio de



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