El escupitajo by Marzia Sabella

El escupitajo by Marzia Sabella

autor:Marzia Sabella [Sabella, Marzia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


VI

Sangre de mis venas

(Julio de 1960).

Un rayo de la primera luz de la mañana se había colado por la vidriera de la iglesia yendo a chocar contra la cara descascarillada de la estatua de san Antonio de Padua. Un trozo de nariz se le había roto y la oreja derecha, la única visible, había perdido el lóbulo. La mano que sujetaba el lirio se había quedado sin dedos, y la aureola extinta, colocada en la cabeza del niño en brazos del santo, parecía una corona de espinas. La túnica, una vez marrón, ahora era ojo de perdiz debido al yeso que aparecía aquí y allí por la pérdida de la capa de esmalte. Un santo del norte que, comparado con el brillo glorioso de Rosalia Sinibaldi, dispuesta junto al altar central con las velas encendidas, parecía una caricatura. Preparado para desaparecer en cualquier sótano de la parroquia y, por tanto, abandonado cerca de la salida en la última fila a la derecha.

Era allí donde Fina se arrodillaba al alba todas las mañanas durante la primera misa. También era ella una invitada poco apreciada, de puntillas y cerca de la salida, como el santo mutilado que tenía al lado, por ser una pecadora con la comunión vetada.

Cuando abandonó a su marido para vivir con Stefano Leale, el escándalo sacudió como un seísmo las leyes en vigor: las mafiosas, las estatales y las eclesiásticas. Las primeras rápidamente consintieron la derogación ad personam, las segundas introdujeron el divorcio cuando Fina ya no tenía nada que hacer, y las terceras se quedaron igual. Se le consintió únicamente, después del desdichado e indecente acontecimiento, acceder a la iglesia, pero jamás acercarse a la eucaristía: demasiado sucia es el alma de la casada que yace en otros tálamos como para aspirar a la ayuda del misterio de la transustanciación del pan y del vino.

Después del homicidio de Stefano doña Fina preguntó oportunamente si, teniendo en cuenta el cambio de estatus, podía acceder ya a la hostia consagrada. Si la muerte del legítimo esposo cancela el sacramento del matrimonio, la muerte del ilegítimo consorte debería extinguir, precisamente por oposición, el delito de concubinato. La respuesta teológica del cura tomó otro derrotero: la boda con el señor Lupo era válida para siempre a ojos del Señor, y ella, al salirse de los límites conyugales, seguía siendo una pecadora, si no de lujuria, sí de soberbia.

Serafina Battaglia no se resignaba fácilmente y esperaba una señal de arrepentimiento por parte del hijo de perra del cura. Incluso san Antonio, defensor de los pobres y de los perseguidos, que estaba a su lado, muda y cómplice compañía, en vida había amonestado a los prelados para que fueran pacíficos con los súbditos y para que los trataran con consideración. Y a ese otro cornudo de Ezzelino da Romano, el santo de Padua bien claro se lo dijo: ¡Oh!, sucio y despiadado tirano, sobre tu cabeza pende la sentencia de nuestro Señor, tan terrible y durísima que hará que te cagues. Palabras que



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