El contrato sexual by Carole Pateman

El contrato sexual by Carole Pateman

autor:Carole Pateman [Pateman, Carole]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1988-01-01T00:00:00+00:00


Pocos años después, Daniel Defoe afirmaba que «no creía que debiera considerarse el estado de matrimonio como el de los aprendices que se incorporan a la familia, y que la esposa tuviera que ser el sirviente más importante de la casa[313]». Y en 1792, en Vindicación de los derechos de la mujer, Mary Wollstonecraft criticaba la afirmación patriarcal de que la mujer «había sido creada meramente para gratificar el apetito del varón, o para ser su sirvienta más importante, que le proveyera sus comidas y atendiera su ropa blanca[314]». A fines del siglo XIX, Thorstein Veblen denominó a la esposa «el mayordomo principal de la casa[315]».

No obstante, hay una diferencia de fundamental importancia entre las esposas y otro tipo de trabajadores. Solo las mujeres pueden ser esposas y brindar «servicios domésticos», aun cuando todos los amos reclamen «servicios» de sus subordinados. Como Genovese deja claro, muchos de los dueños de esclavos deseaban no solo ser amos, sino ser buenos amos; el ideal prevaleciente de un buen amo es el de proteger a sus esclavos y satisfacer responsablemente sus necesidades. El ideal para los esclavos era que mostrasen su gratitud y prestasen servicio fiel; requisitos, por supuesto, imposibles de demandar a un pedazo de propiedad[316]. Un «servicio fiel» es precisamente lo que todos los amos desean, incluyendo los esposos. El documento que mi difunto suegro firmó en 1918, a los catorce años, para convertirse en aprendiz de tipógrafo, incluía cláusulas que lo obligaban a «servir fiel y auténticamente a su amo, guardar sus secretos y obedecer voluntariamente sus órdenes conforme a la ley». El contenido específico de ese «servicio fiel» que demanda un esposo, aunque no esté determinado en el contrato de matrimonio, sino «fundamentado en la naturaleza», da lugar al contrato sexual y a la división sexual del trabajo. La provisión de «trabajo doméstico» es parte del significado patriarcal de la feminidad, de lo que es ser mujer.

En 1862, un comentario sobre el problema del «excedente de mujeres» en Gran Bretaña, afirmaba que las sirvientas no eran parte del problema:

No son en sentido alguno redundantes […]; ellas ejecutan una función muy importante e indispensable en la vida social, no siguen una independencia obligatoria y consecuentemente, debido a su sexo una carrera antinatural; por el contrario, se relacionan con otros y se conectan con otras existencias a las que embellecen, hacen más llevaderas y sirven. En una palabra, colman lo que es esencial al ser de la mujer: el varón las protege y ellas lo sirven[317].



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