El Cóndor by John Simpson

El Cóndor by John Simpson

autor:John Simpson [Simpson, John]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Dreamspinner Press
publicado: 2015-09-23T00:00:00+00:00


¡GRACIAS A DIOS ES VIERNES!

LA SEMANA estaba acabando con un poco de tensión debido a lo sucedido en Oriente Medio. Pero, como era de esperar, ocurrió algo bueno: el nombramiento de la nueva vicepresidenta. La aprobación del cargo estaba programada para el miércoles siguiente, y esperábamos que se realizara el acto de juramento el viernes.

—Mary, ¿podrías decirle a quienes les competa que me gustaría pasar mi primer fin de semana como presidente en Camp David? Quiero salir esta tarde y volver el lunes por la mañana.

—Por supuesto, señor Presidente.

A la 13:30 comenzaron los preparativos de mi viaje. Los profesionales que se trasladarían conmigo estaban haciendo arreglos de última hora; un viaje al Camp David involucra a pocos activos. Shane entró a la oficina.

—Hola —lo salude con una sonrisa.

—Hola, señor Presidente. ¿Vamos al Camp David?

—Sí. Confío en que vengas conmigo.

—Por supuesto, señor. A donde vaya usted, yo iré.

—Nunca he estado en Camp David. ¿Qué cerca estará tu habitación de la mía?

—Alrededor de unos 40 metros. Hay un edificio que alberga únicamente agentes del Servicio Secreto. También hay un pequeño destacamento de marines que patrullan el perímetro y los puntos de entrada, además de los pilotos del Marine One{4} y personal médico.

—Lo pregunto porque me gustaría disfrutar de tu agradable compañía allá. ¿Sería posible que…?

—Haré todo lo posible, señor —contestó sonriendo.

—Bien. Entonces, espero que podamos pasar la noche juntos otra vez. Te necesito.

—Y yo a ti. Siempre he querido hacer el amor en el bosque

—confesó soltando una carcajada; inmediatamente volvió a su rol profesional—. Le haré saber cuándo sea hora de partir, pero estimo que deberíamos irnos en una hora.

—Muy bien, Shane, gracias. Por favor, dile a Mary que le pida a James que me prepare una maleta para este fin de semana. Como tienes que hacer lo mismo, ¿por qué no vas y preparas la tuya también?

—Muy bien, me ocuparé ahora de eso. Nos vemos en un rato.

Observé a Shane salir del despacho oval y sentí cómo algo crecía en mis pantalones, algo grande y duro. Era un deleite visual y la calidez de su voz hacía que cada vez me volviera más adicto a ese hombre. Realicé unas cuantas llamadas, incluyendo una al Secretario de Estado para informarle sobre la cumbre en Medio Oriente. Quería asegurarme de que se hicieran todos los preparativos correspondientes para ponerle fecha al evento. El teléfono volvió a sonar, trayéndome está vez noticias que realmente quería escuchar.

Lo único que tenía en común con George Bush, es que también tenía una mascota canina, una terrier escocesa llamada Mary. Era una perrita maravillosa, con una personalidad que iluminaba cada habitación a la que entraba. Era inteligente, una gran cazadora, y por encima de todo, un amor. Ella era, quizás, el único ser vivo que podía sacarme una sonrisa al instante, además de Shane. Mary, la perrita, acababa de llegar a la Casa Blanca en un transporte especial. Tuvo que regresar a mi casa en Pensilvania hasta que yo me asentara aquí primero. La puerta de mi oficina



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