El trono del norte by Pedro Urvi

autor:Pedro Urvi [Urvi, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-01T00:00:00+00:00

Capítulo 27

Ingrid observaba desde la distancia en medio del amplio camino las majestuosas murallas que protegían la ciudad de Orecor. Se había tenido que detener para asegurarse de que sus ojos no la engañaban. Cuanto más se acercaba a ellas, más altas e impresionantes eran con sus más de treinta varas de altura.

Las estudiaba con una mano cubriendo sus ojos del sol ya que, aunque era invierno, en aquella zona tan al este del continente brillaba todavía con intensidad. Por algún tipo de efecto óptico extraño, las murallas le parecieron más grandes todavía. Arrugó la nariz. Ahora le parecían de más de cuarenta varas de altura, algo que solo las mayores ciudades fortificadas de Tremia tenían. Ya sabía que tanto la ciudad como sus murallas eran legendarias, lo había escuchado desde pequeña y era un lugar que siempre había deseado visitar, pero como solía decir su tía: hay que verlo para creerlo, lo demás son exageraciones.

Continuó avanzando. A ella le encantaba todo lo que tuviera que ver con aspectos militares y estaba pletórica ante la perspectiva de una ciudad estado amurallada conocida por la ferocidad de sus tropas y sus dirigentes militares. Estaba encantada de que sus pesquisas sobre la Matadragones de Neils la condujeran directa a esta gran urbe. Podría cumplir uno de sus sueños desde niña: visitar la famosa ciudad estado del este que nunca en toda su historia había sido conquistada por ningún ejército extranjero.

Según caminaba la jaula de Lisa, la lechuza blanca que llevaba colgada de su macuto, se balanceaba y de vez en cuando la preciosa ave se quejaba con un chasquido. Ingrid pensó en sacarla de la jaula, pero estaban demasiado cerca ya de la gran ciudad y podría haber cazadores y militares. La había llevado suelta todo el camino desde la perla del Este, que era a donde les había transportado Camu usando el portal del Refugio. Ahora debía llevarla en la jaula, por si acaso. No deseaba que le sucediera nada malo.

—Vaya muralla… y menudas puertas dobles —le dijo a Lisa al detenerse a observarla.

La lechuza ululó, aunque no podía ver gran cosa por ir a su espalda.

Se acercó y se situó en una de las colas de acceso a la ciudad. La descomunal puerta doble de entrada estaba abierta y custodiada por un cordón de más de un centenar de soldados. Por lo que Ingrid sabía aquella era la única puerta en la muralla y por lo tanto solo se podía entrar y salir de la ciudad por ella. Era de metal y su grosor la dejó de piedra. Por lo que podía ver, las puertas tenían un grosor de tres varas y eran tan grandes y pesadas que los mecanismos de poleas que se necesitaban para abrirlas debían de ser diez veces más grandes y complejos que los de una gran ciudad como Norghania. Cada una de las dos hojas de la puerta debía de pesar como una casa, si no más. Tenían dibujados cuatro recuadros cada una y dentro de ellos se apreciaban los perfiles de grandes leones rugiendo.

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