Tras la sombra de Garavito (Spanish Edition) by Poveda Mendoza Rafael & Valencia Cristian
autor:Poveda Mendoza, Rafael & Valencia, Cristian
La lengua: spa
Format: epub
editor: Testigo Directo Editorial
publicado: 2023-04-11T00:00:00+00:00
III. LA ENTREVISTA1
A LAS OCHO EN PUNTO DE LA MAÃANA ESTABAN ENTRANDO TODOS, cargados con todos los trebejos técnicos, para acondicionar un estudio con las mejores calidades técnicas posibles. Kevin estaba ansioso otra vez. Pero su ansiedad no tenÃa nada que ver con el miedo. Poveda dirigÃa los encuadres con Edward, trataba de cuidar cada detalle. Dijo que dejaran una GoPro transmitiendo siempre, para captar el detrás de escena âa la postre serÃa fundamentalâ. SerÃa fundamental.
A las diez escucharon el grito del guardia. Lo conocÃan. Escucharon esos pasos recorrer los corredores, como almas que van en pena, el sonido de cada puerta que se abrÃa y se cerraba, el sonido de manojos de llaves al aire. Otra vez entró una avanzada de la guardia para revisar todo y a todos. Y cuando el dragoneante dio el visto bueno, apareció Garavito.
Era otra persona. En poco más de un año se habÃa avejentado. Estaba flaco, casi chupado, y el ojo izquierdo lo tenÃa completamente cerrado por una enorme costra negruzca. Cuando le fueron a poner el cable del micrófono entre el overol, todos vieron el tumor del que habló Mónica, la abogada. Era verdad, parecÃa la forma de un niño tratando de salir de su vientre. Todas las marcas que tiene Garavito sobre su cuerpo están en el lado izquierdo. Dicen que el lado izquierdo del cuerpo es donde reside lo afectivo, la pareja, la familia, lo femenino, las relaciones emocionales, el amor propio. Tal vez tengan algo de razón, y alguien se atreva en el futuro a arriesgar una hipótesis sobre el comportamiento psicopático a partir de esas marcas.
âHasta que por fin nos vemos otra vez, joven Kevin âdijo Garavito.
Fue al único que saludó. Su ojo derecho brillaba, no dejaba de mirar a Kevin, con algo más que admiración.
Antes de comenzar, quiso que todos se cogieran de las manos, para decir una oración. Obviamente eligió la mano de Kevin, y la del sonidista, que lo hacÃa reÃr mientras lo «cableaba».
Terminada la oración quiso abrazar a todo el equipo antes de sentarse en ese banquillo.
âEstoy listo âdijo.
â¿A lo que vinimos? âpreguntó Poveda.
âA lo que vinimos, don Poveda.
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