Ola de silencio by Gema Tacón

autor:Gema Tacón [Tacón, Gema]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-25T00:00:00+00:00

Capítulo veintiuno

Silvia

Seguía viendo lagunas en eso de tener que considerar a esta mujer mi nueva compañera. Lo primero que me extrañó fue que no usase el GPS para ir al sitio que le indiqué, en lugar de eso se pasó todo el camino moviendo los labios como si estuviera rezando, aunque la que oró por dentro cuando cogió la primera curva fui yo. Ni los de A todo Gas tenían narices de derrapar de esa forma, que estuviéramos en un parking y que las ruedas sonasen igual que si llevasen un amplificador conectado no ayudó a que casi me dejase la mano libre sosteniendo el asidero del techo del vehículo como si no hubiera un mañana, que también dudé que lo hubiera después de algunos metros con ella al volante, todo sea dicho de paso.

Contra todo pronóstico, y sin que ningún vehículo de la local nos detuviese, llegamos al lugar en pocos minutos. La forma de estacionar el coche tampoco fue lo que se dice delicada y nos quedamos separados de la acera a una distancia de un paseíllo. A falta de bajar y besar el suelo, me recompuse fingiendo mi malestar, volví a revisar las notas y, antes de dar un paso, Penélope me habló.

—Necesito datos de la misión. ¿Qué hacemos aquí y cuál es mi función?

—Son los padres de una víctima que sospechamos está ligada al caso actual. No me he dado cuenta en el camino de informarte, disculpa —le expliqué, aunque no estaba yo lo que se dice para articular palabra durante el trayecto, con concentrarme en no vomitar mi primera papilla había tenido suficiente.

—¿Es ese el dosier? —quiso saber apuntando a mis papeles.

Me encogí de hombros y se lo cedí, la noche sería larga. Me apoyé en el coche y saqué un paquete de gomitas de fresa del bolso, sabía que tenía que reducir mi ingesta de azúcares, pero no era el momento. Cogí el teléfono y le mandé un mensaje a Kate para que no olvidase mi amenaza de muerte.

«Sigue en pie tu asesinato, estoy planeando cómo hacerlo más largo y doloroso».

—Listo —me dijo Penélope devolviéndome la carpeta.

—¿Has mirado solo la primera página? Lo mejor será que no hables, yo me encargo.

—No, señora, he leído el informe completo, los datos del forense son bastante pésimos, creo que esa persona necesita nociones de redacción, si me permite decirlo.

—¿Entero? —repetí, incrédula, ignorando la crítica, aunque acertada, a Edmon.

—Tengo un coeficiente intelectual dos puntos por debajo de William James Sidis, y una velocidad lectora casi igualable a la de Anne Jones, con unas cuatro mil seiscientas palabras por minuto, aunque hace tiempo que no lo reviso, creo que ya casi podría alcanzarla, además de que mi comprensión lectora es extraordinaria.

—¿Me estás vacilando?

—¿Vacilando? Se dice de una persona o de una cosa: «Cuando se mueve de manera indeterminada o inestable. Si algo tiene riesgo de caerse, en las cosas, y titubear o estar indeciso, en las personas. En Cuba, Costa Rica y Guatemala se dice de alguien que es rico, se divierte o goza.

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