La bahía by Allie Reynolds

La bahía by Allie Reynolds

autor:Allie Reynolds [Reynolds, Allie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-06-15T00:00:00+00:00


Capítulo 39

Kenna

De vuelta en el claro, Ryan está limpiando la barbacoa. Cojo una esponja del cubo; me duelen los brazos de haber estado surfeando, pero no hay nada como ponerse a restregar algo para calmarse. No estoy segura de con quién estoy más enfadada, si con Mikki, con Kasim o conmigo misma.

Extrañamente sonriente, Ryan levanta la cabeza.

—¡Qué olas había hoy!

Mi enfado se rebaja un poco.

—Sí, lo sé. Todavía no me creo que nadie más venga a este sitio.

—Bueno, eso no es del todo cierto.

—¿Ah, no?

Parece como si se arrepintiera de contármelo.

—Jack trajo a unas chicas.

—¿En serio? —Todas las alarmas se disparan en mi cabeza.

Ryan ve mi expresión y trata de dar marcha atrás.

—Solo durante los fines de semana y antes de que conociera a Mikki. Pero nos quejamos bastante después de que las trajera la primera vez, así que se aseguró de que no supieran dónde habían estado exactamente.

Intento mantener un tono de voz normal.

—Pero más o menos lo sabrían, ¿no? Me refiero a que serían conscientes de a cuántas horas al norte de Sídney estaban y qué tenían más cerca, ¿no?

Ryan se está poniendo nervioso.

—Bueno… no, porque él les daba algo.

—¿Qué quieres decir?

Cambia el peso de una pierna a la otra.

—Les echaba algo en la bebida antes de marcharse de Sídney.

Se me resbala la esponja de entre los dedos. Es como si la temperatura hubiera bajado diez grados.

—¿Dices que las drogaba?

Los ojos de Ryan se desvían rápidamente de mi rostro a los árboles.

—Solo les daba un somnífero.

Me lo quedo mirando fijamente. Es evidente que no ve qué tiene de malo ese comportamiento.

Se encoge de hombros.

—Eran mochileras extranjeras que nunca habían estado en Australia. Les hacía pensar que las estaba llevando al sur, no al norte, y nunca notaron la diferencia. Cuando se cansaban, las llevaba de nuevo a Sídney.

—¿También las drogaba a la vuelta?

—Sí —responde y se cruza de brazos—. Tenemos que proteger este sitio.

—¡Podría haberles pasado algo malo! ¡La droga de la violación! ¡Y a saber lo que hizo con ellas mientras estaban drogadas!

—Oh, vamos, conozco a Jack. Drogarlas para violarlas no es su estilo, ese pavo es un imán para las tías. Estaban loquitas por él.

¿Acaso no lee las noticias? Imagino que no, si nunca sale de este lugar. Está tan desconectado… Muchísimas personas se han visto sorprendidas por esa misma idea errónea.

—¿A cuántas trajo? —pregunto.

—¿Dos o tres?

La furia se desata en mi interior. Jack se está lavando los pies bajo el grifo, así que me encamino hacia él.

—Ryan acaba de contarme que drogabas a las mujeres que traías aquí.

Jack abre la boca, me mira primero a mí y luego a Ryan, que se ha quedado extrañamente detrás de mí. «No soy una mala persona», me había asegurado. El muy cabrón… Me alegra verlo convenientemente avergonzado.

¿Sabe Mikki que su prometido droga a la gente? Aquí viene, ascendiendo por el sendero. Iré a hacer las paces con ella cuando me haya encargado de Jack.

—¿Qué les dabas?

Jack parece desconcertado por mi arrebato.

—Cálmate, solo eran somníferos.

—¡Acercaos! —dice Sky en voz alta.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.