Zendegi by Greg Egan

Zendegi by Greg Egan

autor:Greg Egan [Egan, Greg]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2009-12-31T16:00:00+00:00


15

Martin corrió dos kilómetros en la cinta de andar. Tardó quince minutos, y para cuando terminó estaba empapado en sudor, pero claro, para eso lo hacía precisamente.

Cogió una esterilla de la pila que había en un rincón del gimnasio, colocó una toalla encima y se puso de rodillas. Se limpió el sudor de los ojos y se puso las gafas que estaban conectadas a los ordenadores del departamento de fisioterapia. Cuando miró hacia abajo su ropa había desaparecido junto con gran parte de su cuerpo: piel, grasa, vasos sanguíneos, genitales y vísceras. Todo lo que quedaba de él eran músculos, huesos y tendones. La toalla que tenía debajo también había desaparecido; parecía estar arrodillado encima de un almohadón transparente colocado sobre una superficie de espejo que había sustituido parte del suelo alfombrado del gimnasio.

Adelantó el pie derecho, girándolo hacia la izquierda, al tiempo que inclinaba el torso y estiraba la pierna izquierda hacia atrás para que quedara plana, mientras que su pierna derecha permanecía doblada aguantando su peso. En el reflejo virtual podía ver resaltado en azul el músculo piriforme que le cruzaba la nalga derecha por detrás de la cadera.

La operación para extirpar el tumor de la columna le había pinzado un nervio de la médula espinal, lo que le había supuesto un mes de dolores insoportables. Sentía el dolor como si estuviera en el músculo, aunque en realidad éste no había sufrido ninguna lesión: era un dolor fantasma, un mensaje falso. Pero su cuerpo no notaba la diferencia y el músculo se había agarrotado para protegerse de lo que percibía como una lesión. Con el nervio calmado, la tensión había convertido el dolor fantasma original en una profecía que había acabado cumpliéndose: ahora el problema era realmente el músculo piriforme. No sólo lo había dañado su propia respuesta defensiva, sino que al negarse a moverse con normalidad deformaba todo lo que tenía a su alrededor. Había que convencerlo para que volviera a su antigua rutina, pero después de un mes de calambres, era más fácil decirlo que hacerlo.

Martin se inclinó hacia delante todo lo que pudo; la presión sobre la pierna derecha doblada contra el cuerpo se transfería al músculo piriforme y lo estiraba un poco. Contó hasta veinte manteniendo la posición y la relajó.

Aprovechando la pausa miró hacia el reflejo de la parte de atrás de la pierna, una red poco elegante de cuerdas carnosas que había conseguido deteriorarse hasta tal punto que aún tenía que tomar calmantes para poder dormir. Había algo casi cómico en el hecho de que el cáncer en sí, de momento, no le causara ningún dolor, y los sofisticados fármacos para combatirlo no le hubieran provocado ninguno de los efectos secundarios para los que se había preparado después de pasarse toda la vida viendo imágenes de pacientes sometidos a quimioterapia. Eso sí, se sentía como si un burro le hubiese dado una coz en el culo.

Volvió a inclinarse hacia delante y esta vez mantuvo el estiramiento hasta treinta, intentando convencer al estúpido músculo de que encogiéndose sólo empeoraba las cosas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.