Yoga by Emmanuel Carrère

autor:Emmanuel Carrère [Carrère, Emmanuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2020-08-26T16:00:00+00:00

El artículo de Wyatt Mason

Por esa época, un periodista norteamericano llamado Wyatt Mason vino a verme para escribir un largo retrato para el New York Times Magazine. En otro momento, la visita y el interés del New York Times Magazine me habrían complacido enormemente, porque desde hace tiempo aspiro a un mayor reconocimiento del mundo literario anglosajón. Pero en ese momento me importa un bledo ese reconocimiento, no estoy en absoluto en condiciones de que algo pueda complacerme, y le salta a la vista a Wyatt Mason desde el instante en que le abro la puerta de mi apartamento en la rue Faubourg-Poissonnière. Un piso en un barrio de moda, señala al principio de su artículo, un piso que podría tener encanto: un salón espacioso, un poco sombrío, grandes ventanas que dan a un patio con árboles y una mesa delante de las ventanas donde se podría trabajar a gusto. Salvo que ese piso, casi vacío, sin un cuadro, sin nada personal, rezuma angustia y su inquilino también. Es raro que un periodista informe de impresiones tan íntimas sobre la persona a la que va a entrevistar. Es la clase de cosas que podría hacer yo y que Wyatt Mason hace con una delicadeza benevolente y consternada. Me acuerdo de él: un tipo de unos cuarenta años, con el cráneo rapado, barba corta, voz suave, muy simpático, al que me alegra llamar al estrado de los testigos para contar este período de mi vida del que me acuerdo tan mal. Su artículo, que acabo de encontrar en la página web del New York Times, empieza así: «Una tarde de octubre de 2016, mientras la locura electoral estaba en su apogeo en mi país, yo me encontraba en el salón del apartamento parisiense con el escritor Emmanuel Carrère, que hablaba de la vergüenza. Carrère, que tiene cincuenta y nueve años, tiene un aspecto físico desconcertante porque si se mira su cuerpo aparenta la mitad de su edad, pero si se le mira a la cara aparenta el doble…» Otro periodista anglosajón, aproximadamente por la misma época, me describió como bastante seductor a pesar de una cara ligeramente simiesca, orejas de soplillo y puntiagudas como las de un murciélago y ojos demasiado juntos que recuerdan los de George W. Bush. Pero volvamos a Wyatt Mason, al que recibo medio acostado, en una postura de analizante, en un sofá de cuero negro que es, escribe con un talento que me sorprende al leer hoy su artículo, «prácticamente el único mueble de la habitación, en medio de la cual produce el efecto de un perro enorme y deprimido que aguarda sin esperanza el regreso de su amo». Algo que ignora Mason y de lo que sin duda habría sacado partido es que dos años antes el hombre demacrado y tembloroso que tiene enfrente fue fotografiado en ese mismo sofá en la postura del loto, con la cara idealmente sonriente y serena, y que esa foto sirvió de portada a un semanario que abría su reportaje sobre la meditación con una larga entrevista de él.

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