Yo, psicópata. Diario de un asesino (Spanish Edition) by Juanjo Escribano

Yo, psicópata. Diario de un asesino (Spanish Edition) by Juanjo Escribano

autor:Juanjo Escribano [Escribano, Juanjo]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2012-01-15T22:00:00+00:00


Día 31

La del sábado suele ser una mañana tranquila. Me gusta desayunar en la terraza de mi casa, observando el paso de la gente en la calle. Las mujeres tiran de los carros de la compra, cargados hasta los topes, de vuelta a sus casas, después de dejarse casi un cuarto de su sueldo en unas piezas de carne y algo de fruta. Con un poco de suerte ese carro lleno les durará una semana. Gastan, gastan y gastan el dinero que no tienen. Compran, compran tonterías. El mejor suavizante. El desodorante más caro. La puta colonia que huele a jazmín y no se cuántas estúpidas flores más. Las patatas fritas onduladas, las aceitunas, las cervezas para que el marido pueda ver el fútbol contento esa noche. Y a la vuelta, una ronda por las mejores tiendas del barrio. Bisutería barata. Telas, pantalones, blusas, camisas...

Estoy observando, negando con la cabeza. Algo no funciona. Estas pobres gentes, tan manipuladas ya que no pueden pensar por sí mismas, sólo son peones en la gran partida. La idea viene a mí y sonrío. Sonrío porque yo aún no estoy lobotomizado como ellos.

Suena el timbre de la puerta. No espero a nadie. Abro. La figura de un hombre aparece en el umbral. Dice mi nombre. Asiento. Me entrega un papel. Correo certificado. En el sobre aparece el membrete del ministerio de justicia. Cierro la puerta. Abro el sobre y leo el contenido de la hoja que guarda en su interior. Se trata de una citación. Tengo que presentarme dentro de siete días en los juzgados. Quieren que testifique ante el juez. No parece que me acusen de nada. Estoy convencido de que es por el caso de Lorena. Querrán saber datos, datos inútiles. Dejo la carta encima de una mesa. Voy al baño. Me doy una ducha. Esta tarde he quedado con Marta.

Ella está guapa esta tarde. Alejandro viene con nosotros. Hablamos de muchas cosas. El chico quiere saber cosas de mí. Pregunta por mi trabajo, por mi vida, por mi familia. No le quiero contar nada de mi familia. Me mira, me observa. ¿Cómo es tu casa?, pregunta directamente. Le explico que vivo cerca de allí. En un apartamento. Quiere subir a verlo. Miro a Marta. Ella niega con la cabeza pero el chico insiste. Tomamos un café, si quieres, digo. Ella acepta, a regañadientes. Subimos a mi casa. Hago de gran anfitrión. Enseño las distintas estancias a mis invitados. Doy un refresco a Alejando y me dispongo a preparar café para Marta y para mí.

Estamos juntos, en la cocina. Nos besamos. Un beso rápido, fugaz, furtivo. Nos miramos. Alejandro entra con un papel en la mano. Dice algo de un juzgado. Lo cojo. Marta me mira. Mierda. No quería contarle nada. Se trata de una citación, para testificar, explico con toda la calma que puedo. Acabo contando que yo estaba relacionado con una de las chicas asesinadas, Lorena. Ella me mira. Asiente. No veo miedo en sus ojos. Eso es bueno. Sigo explicando que la prensa piensa que llevábamos una relación seria, pero mienten.



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