Y colorín colorado... Tú by David Safier

Y colorín colorado... Tú by David Safier

autor:David Safier [Safier, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 2016-03-31T16:00:00+00:00


29

Cruzamos la ciudad en el Mercedes de los años ochenta verde oscuro de Bendix, que la policía no conocía. Mientras, intenté informar a ambos hombres de cómo estaban las cosas sin que Retro averiguase que yo era su creadora o Bendix pusiera en entredicho mis facultades mentales. De manera que me limité a contar que en la tienda de cómics había una criatura con matraces con ébola a la que debíamos reducir.

—¿ÉBOLA? —preguntaron los dos a la vez. De puro miedo Bendix perdió un momento el control del volante: estuvo a punto de atropellar a una viejecita tatuada que empujaba un andador.

—¿Sabes lo que es el ébola? —le pregunté a Retro, que iba sentado atrás, cuando Bendix se recuperó del susto.

—Es el extracto de las glándulas ebolani.

—¿Las glándulas ebolani?

—Son las glándulas de los…

—¿… Ebolanis?

—El plural de ebolani es ebolonimo —me corrigió Retro.

—Ya…, claro.

—El extracto de esas glándulas puede abrasarte la piel. Pero las glándulas de los ebolonimo son gigantescas. ¿Cómo es que han acabado en unos matraces?

Bendix, que escuchaba nuestra conversación, nos miraba alternativamente, espantado, como si estuviese viendo un partido de tenis cuyos jugadores en lugar de una bola utilizaran un pequeño y adorable hámster.

—Si… —empezó Bendix cuando recuperó el habla—, si de verdad es ébola, cosa que me cuesta creer, como me cuesta creer otras muchas de las cosas que están pasando aquí, tenemos que llamar a la policía. No, a la policía no, a los geos.

Bendix era de esos intelectuales de izquierdas a los que, aunque siempre estaban echando pestes de la autoridad y de la policía, en según qué situaciones les parecía estupendo que un grupo de operaciones especiales liberara a unos rehenes o pegara un tiro a unos terroristas. Entonces me di cuenta de que se me había pasado contarle que estábamos huyendo de la policía y que no era buena idea acudir a ella. Probablemente hubiese llegado el momento de decírselo.

—De llamar a la policía, nada, porque podrían detenernos a Retro y a mí… —empecé, pero lo dejé ahí, porque no podía revelarle el motivo de que pudieran detenernos sin confundirlo más de lo que ya estaba.

—Porque ha entrado aquí de manera ilegal y lo has ayudado —hizo cábalas él, y aunque no dio una no lo corregí—. Verás, Nellie, el ébola es muy peligroso. Si de verdad está en la tienda, y te repito que me cuesta creerlo, sería muy egoísta por vuestra parte poner en peligro vidas humanas solo para que no os detengan. Iremos a la policía, y os prometo que os buscaré a los mejores abogados de Unicef…

—Nos ocuparemos nosotros de las glándulas —aseguró Retro.

Le puso la fuerte mano en el hombro, y ya fuera de manera consciente o inconsciente, eso no había manera de saberlo a ciencia cierta, a Bendix le dio la impresión de que podía hacerle migas el hombro si quería. Así que no dijo nada más, se limitó a tragar saliva y a asentir.

De camino a la tienda de cómics, me cabreé un poco con Bendix, que estaba dispuesto a mandarnos a chirona.



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