Vitale: Lazos de sangre by Rose Gate

Vitale: Lazos de sangre by Rose Gate

autor:Rose Gate [Gate, Rose]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2022-11-24T23:00:00+00:00


Fue fácil perder de vista a Salvatore entre tanta gente.

También lo fue bailar con Gabriel y tantos otros de los invitados.

Coqueteé, me dejé acariciar, y cuando ya llevaba varias copas de más, incluso acepté un beso de lo más tórrido por parte del mayor de los Montardi.

Estaba achispada, encendida y deseosa de olvidar.

—Mi turno —comentó una voz que conocía demasiado bien. Me arrancó de los brazos de Gabriel, quien no tuvo tiempo de protestar.

Me vi en mitad de la pista, encajada contra su cuerpo masculino y aquella mirada de pocos amigos.

—¿Qué ocurre? ¿Quieres bailar conmigo o darme un mordisco, Príncipe de la Muerte? —me carcajeé.

Él subió mis manos a su cuello, colocó la palma derecha en mis lumbares y no dejó que una gota de aire nos distanciara antes de responder.

—Creo que ya te han mordido bastante —masculló ronco en mi oreja al ritmo de una bachata tan triste como sensual. Amor enterrado, de Romeo Santos.

—No me han mordido, solo besado y muy bien, por cierto. ¿Celoso? —pregunté alzando las cejas altiva.

—No tienes ni puta idea, Juls, ni puta idea.

Quizá no lo puedas comprender,

quizá no entiendas la narrativa,

pero algo te puedo prometer,

no quiero hacerle daño a tu vida.

De ese amor que ayer fue lumbre

ni se encuentran las cenizas,

eran épicos los besos,

hoy solo es juntar saliva.

Me hizo girar y me pegó de nuevo. Salvatore siempre bailó como los ángeles, a su madre le encantaba y bailaba con todos mis primos. En su casa nunca faltó la música.

La boca se me secó cuando me colocó su rodilla entre las mías para contonearnos.

Su aroma, el alcohol que fluía libre por mis venas, su tacto, el movimiento de nuestras caderas, era demencial.

—Quiero que sepas que no había hablado con Paola sobre Valentino —me confesó sin perder el ritmo.

Llevo dos años pensando, estresando.

¿Qué le hago, ayyy, pa’ volverte a querer?

—¿Y qué más da? Ella tiene razón, al final yo me iré y se hará cargo de él, de ti, de todo… Va a ser tu mujer, va a ser con ella con quien contarás para el resto de tu vida. —Me contraje por dentro al decirlo en voz alta. Su cuerpo flexible se tensó.

Puse mis fuerzas, mas todo fue en vano,

amor enterrado no vuelve a renacer.

—Da igual, no le correspondía. Te pido disculpas por ello. Valentino te adora, has cuidado de él de una forma inmejorable, dándole tu amor, haciendo que no note la ausencia de sus padres, y yo…

Los ojos le brillaban como dos gemas encendidas.

—¿Y tú? —pregunté, disfrutando del baile, la letra y el roce.

Salvatore parecía mucho más abierto y comunicativo que de costumbre, lo cual lo volvía muy peligroso para mi estabilidad emocional.

Intenté exigirle al alma que te amara,

amenazando el corazón con un puñal

como un zombi cuando tú me acariciabas,

ni mi carne has podido provocar.

Si pudiera volver al pasado.

—Y yo no sé qué haré cuando no estés, Juls, porque te extraño incluso cuando te tengo tan cerca cómo ahora.

Mi piel se erizó.

No podía mirar a mi alrededor, no podía hacer otra cosa



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