Villa Dante by Elizabeth Edmondson

Villa Dante by Elizabeth Edmondson

autor:Elizabeth Edmondson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Variada
publicado: 2006-08-09T22:00:00+00:00


La caja no tenía cerradura, y la tapa se abrió con facilidad. En su interior había un cuaderno de notas hecho con distintos trozos de papel cosidos y encuadernado en papel de aguas.

Bajaron la vista para verlo, mientras Lucius pasaba rápidamente las hojas. Cada página estaba llena de pequeños dibujos caricaturescos y texto, con trazos fluidos.

—¿Existe alguna forma especial para redactar los codicilos de acuerdo con la ley? —preguntó Delia—. ¿O puede haber uno menos formal con dibujitos, que no siga al pie de la letra los términos legales?

Lucius levantó el cuaderno y lo sacudió con fuerza, por si acaso hubiera otro pedazo de papel entre las hojas sujetas. No lo había.

—Es una especie de diario —declaró Marjorie, que había tomado el cuaderno de manos de Lucius y estaba revisando la primera página—. Aquí dice: «Mi primera visita a Villa Dante cuando tenía siete años». Ésta es ella al lado de la verja, igual que está ahora.

Miraron el bosquejo realizado a pluma: una niña con traje de marinero, coletas de caballo bajo un sombrero de paja, observando a través de la verja la fachada familiar de la villa. Más abajo en la página, había un boceto de una niña estirándose para alcanzar la campana.

—No cabe duda de que sabía dibujar —reconoció Lucius.

La siguiente página mostraba a una joven vestida de novia frente al altar, mientras un apuesto joven con levita le ponía la alianza en el dedo. «El día de mi boda en 1881 —estaba escrito debajo—. Mi vestido era de satén y llevé rosas blancas de Villa Dante —y más abajo en la página unos pocos trazos hechos precipitadamente retrataban a un sacerdote alto y delgado—. Don Marco, el cura que nos casó. Ahora es cardenal, y está mucho más gordo».

—¿Ahora? —preguntó Delia—. ¿Cuándo es ahora?

Marjorie miró la última hoja. «Villa Dante, Navidad de 1956», decía.

—Debió dibujarlo todo al final de su vida, la última vez que estuvo aquí.

—Y luego lo dejó para que lo halláramos.

Delia había cogido el cuaderno.

—Son escenas de su vida. Aquí está en la ópera. Es brillante, ha captado la mirada del enorme tenor wagneriano a la perfección. Miren a Siegfried cantando a viva voz mientras forja su espada, Nothung.

Otro dibujo de Beatrice de niña, con vestido de fiesta y estornudando, con la palabra «Achís» escrita sobre su cabeza. Aquí, ya mayor en el retrato. «Sentada en el templo, leyendo poesía una tarde de mayo, con las cigarras cantando, las luciérnagas bailando y la luna llena», había escrito. Y bajo el dibujo, una cita: «La otra noche vi la eternidad...».

Una página del calendario de adviento, fechado en 1925, decorada con imágenes del villancico Los doce días de Navidad.

«Londres, 1940», en una página que mostraba a Beatrice Malaspina sentada en un asiento de un vagón del metro, mirando su reflejo. «Viajo por la línea circular hasta Paddington, con la esperanza de que no caiga ninguna bomba mientras estoy en el vagón. Voy a ser interrogada sobre mis contactos italianos, así que tal vez mi próximo trayecto sea a la Torre de Londres».



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