Vernon Subutex 3 by Virginie Despentes

Vernon Subutex 3 by Virginie Despentes

autor:Virginie Despentes [Despentes, Virginie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2017-05-31T16:00:00+00:00


* * *

Queda con las mismas personas que antes —pero ya no las invita a su casa. Miente. Dice que se ha mudado porque sin Lancelot la casa la deprimía. Que era tan grande que no servía para nada, que ha preferido cambiar de costumbres, que le encanta su nuevo barrio. Cuenta que ha encontrado un bonito piso de dos habitaciones, algo por encima de Marais. Vive en Parmentier. Dice a sus amigas os invitaré pronto es que no he acabado de decorarlo. La fealdad marginal no tiene ningún encanto para sus amigos. Como no lo tenía para ella antes. Pero no se divierte tanto como antes cuando ve a sus viejos amigos.

Las conversaciones no han cambiado. Lo que se ha movido ha sido su oído. Comentarios en los que antes no se habría fijado le molestan. En la mesa, siempre hay alguien que habla del paleto que vive en el pueblo, donde tiene una casa de campo, y que se conforma con los subsidios en lugar de ir a trabajar. El defraudador, el vago, el aprovechado —sus amigos ricos siempre conocen a alguien así. Es paradigmático. Se queda de brazos cruzados y se lleva mil quinientos euros al mes. Es manirroto. Hace solo dos años, también Sylvie tenía a su pobre bajo la manga, el marido de su mujer de la limpieza, que hacía años que se quedaba en casa sin hacer nada y se sabía todos los trucos para pillar dinero del Estado. Pero desde que no tiene mujer de la limpieza y ha tenido que hacer todo el papeleo para conseguir el subsidio para personas sin ingresos y las ayudas que pudiera encontrar, nunca ha llegado al legendario pastón mensual del que hablan en las cenas de los ricos. No es manirrota desde que cada factura le corta la respiración. No se atreve a pegar un puñetazo en la mesa y decir por Dios dejad de decir chorradas id a buscar el dinero del Estado id a ver a vuestros pobres a vuestros vagos… id a ver vosotros mismos lo fácil que es arreglárselas con menos de mil euros al mes. Pero se calla. Ella, que siempre ha abierto el pico, descubre la vergüenza. Además los conoce, la realidad no les afecta. Lo que cuenta es lo que se dicen entre ellos alrededor de una buena botella de vino. Sylvie ha sido como ellos. De ese tipo de izquierda. Que desconfía de los pobres. Que les tiene cariño, pero los conoce y no se deja engañar. No van a ser de tan buenos tontos. Y que no ve qué otra cosa podría hacerse aparte de adiestrarlos. Porque esos pobres son como perros ingratos. Muerden la mano que tanto les ha acariciado. Están mal acostumbrados. La culpa es de los ricos. Han sido demasiado generosos.

Sylvie también creyó durante mucho tiempo que alguien como ella nunca caería tan bajo como para tener que pedir subsidios. No era mala fe, ni siquiera le parecía despreciable. Estaba convencida de que sabía buscarse la vida.



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