Vathek (con sus tres episodios) by William Beckford

Vathek (con sus tres episodios) by William Beckford

autor:William Beckford [Beckford, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 1928-12-31T16:00:00+00:00


HISTORIA DE HOMAIUNA

»—Estoy enterada, hijo de Ormossuf, de que vos y el derviche Alsalami pensabais que me hallaba protegida por alguna Inteligencia Celeste. ¡Cuán lejos estáis de adivinar mis gloriosos orígenes! Soy la mismísima hija del gran Asfendarmod, el más famoso, el más poderoso y, ¡ay!, el más severo de todos los perís, y vine al mundo en la soberbia ciudad de Giauhar, capital del delicioso país de Shadukán, en compañía de una hermana, a la que se puso el nombre de Ganigul. Las dos fuimos criadas juntas, lo que aumentó la mutua ternura que nos unía, a pesar de la disparidad de nuestros temperamentos. Mi hermana era dulce, lánguida, tranquila, y sólo buscaba el encanto de la ensoñación poética; yo me sentía viva y activa y siempre estaba intentando hacer algo, sobre todo el bien, cuando se me presentaba la ocasión.

»Cierto día, nuestro padre, a quien nunca habíamos sido capaces de mirar sin sentirnos sobrecogidas y que no parecía prestarnos gran atención, dispuso que nos acercáramos a su resplandeciente trono.

»—Homaiuna y vos, Ganigul —dijo—, he visto y comprobado que la belleza, patrimonio común de la raza de los perís, se halla por igual en vosotras dos; pero también he observado que vuestras inclinaciones no se parecen en nada. Esta diversidad de caracteres se da siempre y es algo que contribuye al bien común. Os encontráis en la edad en que podéis fiaros de vuestro corazón y decidir la manera en que habréis de pasar la vida. Hablad. ¿Qué puedo hacer por vosotras? Siendo soberano de la región más maravillosa del Ginnistán, en la que, tal y como su nombre indica[121], deseo y placer, con tanta frecuencia separados, se dan, casi siempre, juntos, sólo necesitáis pedir cualquier deseo para ver que se hace realidad. ¡Homaiuna, hablad la primera!

»—Padre —declaré—, me gusta la acción y socorrer a los miserables y hacerlos felices. Disponed que me construyan una torre desde la que pueda ver toda la Tierra y enterarme de los lugares en que se necesite mi asistencia.

»—Hacer siempre el bien a los hombres, criaturas volubles e ingratas, es tarea más dura de lo que creéis —comentó Asfendarmod, y se dirigió a mi hermana—. ¿Y vos, Ganigul? ¿Qué deseáis?

»—Simplemente el dulce reposo —contestó ella—. Si dispusiera de un retiro donde la naturaleza hiciese gala de sus encantos más seductores, y del que hubieran sido erradicadas las artes de la envidia y las pasiones turbulentas, y se hallase habitado por la dulce voluptuosidad y la atrayente molicie, entonces me sentiría contenta y bendeciría a diario la indulgencia paterna.

»—Yo os concedo vuestros deseos —dijo Asfendarmod—; y ahora mismo podéis partir a vuestros respectivos lugares. Con sólo mirar a las Inteligencias que me obedecen, he podido disponerlo todo para que sea como decís. Ahora partid. Volveremos a vernos. Bastará con que os paséis por aquí o con que yo vaya a visitaros. Pensad, sin embargo, que cuando nosotros, habitantes de Shadukán, tomamos una decisión como la que acabáis de tomar, ya es para siempre; la



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.