Una novia y dos hermanos by Elizabeth Harbison

autor:Elizabeth Harbison
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-12-12T23:00:00+00:00

Capítulo Seis

Joleen se sentía inquieta aquella noche. Mientras se preparaba para irse a la cama su conciencia no dejaba de decirle que no estaba hecha para esa vida, que Jake tenía razón. Aunque él le hubiera dicho lo mismo a cualquier chica que no tuviera experiencia en el mundo de la política, razonó. Jake creía que ella no era la mujer adecuada para Carl. Por supuesto siempre lo negaría, pero Joleen había captado el mensaje alto y claro. O bien creía que no era la mujer adecuada, o bien pensaba que no era lo suficientemente inteligente como para saltar a la vida pública con el nombre de Landon.

De un modo u otro el resultado era igual de horrible.

Sí, era una idea horrible, pero era cierto, se dijo mientras se sentaba en el mirador junto a la ventana. ¿Aprendería a mantener la boca cerrada en ciertos momentos y a mostrarse encantadora e inteligente en otros?, se preguntó. ¿Aprendería a distinguir las diferentes ocasiones en que hacer cada una de esas cosas? ¿Conseguiría cambiarse a sí misma? y, más aún, ¿lo deseaba?

Se enderezó y contestó en silencio. Sí que quería. La alternativa era echar raíces en Alvira, en el restaurante, e ir por las noches a la Universidad hasta envejecer y asistir como visitante y testigo vivo a las clases de historia. «Joleen Wheeler, nos hablará sobre la historia del automóvil y sobre qué se sentía viajando en un coche con ruedas», reflexionó irónica.

Aquella idea le hizo reír. Quizá fuera exagerada, pero al paso que iba era probable que pasara de los cuarenta para cuando se graduara. Y después de eso podría comenzar a pensar en el resto de su vida.

Quería una familia, quería tener hijos. Aunque conociera a otro hombre y se enamorara locamente, ¿deseaba dejar a sus hijos al cuidado de otra persona mientras trabajaba todo el día para volver a abandonarlos por la noche y así poder asistir a la universidad?, se preguntó. No quería perderse la infancia de sus hijos, pero tampoco podía renunciar al sueño de terminar la carrera y hacer algo importante con su vida.

Se reclinó en el asiento y reflexionó. Carl no conocía su sueño. No se le había ocurrido pensarlo, pero era cierto. Se lo había contado a Jake, pero a Carl no. La verdad era que Jake había preguntado. Jake deseaba saber qué quería hacer con su vida, qué era lo más importante para ella. Y ella se lo había contado. Pero no iba a dejar que los prejuicios sobre su incapacidad para mejorar la apartaran de su camino.

Miró por la ventana y contempló la extensión de tierra del rancho. La luna, creciente, brillaba lo suficiente como para iluminar todo el horizonte. Joleen pensó que aquella parecía una tierra de cuento de hadas, salvaje con aquel brillo plateado. Árboles, caballos y ganado manchaban el paisaje con motas oscuras como en una hoja de papel.

El cielo, de color púrpura oscuro, miraba hacia la tierra desde arriba en su grandiosidad. Si el paisaje era de cuento de hadas, el cielo era el lugar de las hadas.

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