Una muerte solitaria (Nuevos Tiempos) (Spanish Edition) by Craig Johnson

Una muerte solitaria (Nuevos Tiempos) (Spanish Edition) by Craig Johnson

autor:Craig Johnson [Johnson, Craig]
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788415803058
editor: Siruela
publicado: 2013-02-13T16:00:00+00:00


9

–Te identificaste como miembro de la División de Investigación Criminal.

Estaba sentada sobre sus caras botas italianas, en la silla que había frente a mi escritorio, una postura que tenía desde que estaba en primero en el colegio.

–No, no lo hice, simplemente dije división de investigación criminal, punto, y luego dije que andaba buscándote –sonrió y le dio un sorbo al café que Ruby le había preparado, a la vez que estudiaba el testamento.

Miré a Henry, que estaba sentado en la otra silla, y a Ruby, que rondaba la puerta. Ninguno de los dos iba a ser de mucha ayuda.

Cady levantó la vista, pero no hacia mí.

–Ruby, ¿puedes creerte que no ha dicho ni una palabra sobre lo guapa que estoy?

Ruby meneó la cabeza.

–Qué vergüenza. Cariño, te veo estupenda.

–Gracias –mi hija me lanzó una mirada antes de volver al documento.

El teléfono sonó y Ruby desapareció, no sin antes dirigirme una mirada de advertencia. Yo me volví hacia mi hija.

–Puedes meterte en un montón de problemas.

–Puedes meterte en un montón de problemas maltratando abogados, pero yo no te estoy echando la bronca, ¿verdad que no? –tomó otro sorbo de café con cuidado para no estropear el lápiz de labios–. ¿Puedes creer que la mujer estaba a punto de quitarle a papá el testamento del bolsillo? –se giró–. En mi humilde opinión, resulta una conducta sospechosa viniendo de una profesional.

Suspiré y me concentré en la placa de la puerta que llevaba mi nombre, tratando desesperadamente de convencerme de que estaba allí por más que pareciera que nadie me oía.

–¿Dice ese testamento lo que creo que dice?

Cady ladeó la cabeza y colocó la taza de café de los Broncos de Denver sobre mi escritorio.

–La testadora, Mari Baroja, lega explícitamente gran parte de su riqueza y de sus propiedades a su heredera, en adelante, Lana Baroja –arrugó los labios de nuevo–. Tu panadera, la de la cabeza abierta, es ahora multimillonaria.

–¿Qué hay de las gemelas?

Ella ladeó el labio de nuevo.

–Bueno, no es precisamente calderilla lo que les queda, pero, en comparación... –levantó la vista–. Les ha tocado la calderilla.

–Lo recurrirán.

–Lo pueden intentar. Esta no es mi especialidad, pero parece un testamento sólido. Hay un fideicomiso en vida revocable del que Mari era la fiduciaria y todas las propiedades estaban incluidas en él. Lana es la fiduciaria heredera y se le asignan unas instrucciones muy específicas para dividir la herencia. Supongo que, aun con esta cantidad de dinero, la señora Baroja trataba de ahorrarse un albacea –hojeó los papeles–. Lo han transcrito del original a mano, que también está incluido –giró las páginas para enseñármelas–. Mari Baroja tenía una letra muy bonita.

–¿Quién estuvo presente en el momento de la firma?

–Dos personas, como suele ser habitual –buscó el apartado de firmas del documento–. Kyle... no puedo distinguir esto.

–¿Straub?

–Eso es.

–Su abogado. ¿Quién es el otro?

Cady sonrió.

–El tío Lucian.

Estaba a punto de quitarme el sombrero, pero me detuve para intercambiar una mirada con Henry.

–¿Cambiaría las cosas que hubiera estado casada y luego se hubiera divorciado de uno de los testigos?

Ella continuó revisando los papeles que tenía sobre el regazo.



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