Una muerte en la familia by James Rufus Agee

Una muerte en la familia by James Rufus Agee

autor:James Rufus Agee [Agee, James Rufus]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2006-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 12

Andrew había cerrado la puerta, pero podían oírle mientras trataba de hablar en voz baja. De hecho hablaba en voz muy baja, cerca del auricular que rodeaba con la mano; aun así, Mary y Hannah podían oír casi todo lo que decía. No querían escuchar, pero no podían evitarlo.

Andrew dijo:

—Quiero poner una conferencia, por favor —y la suavidad de su voz les hizo escuchar más atentamente. Estaba llena de un peligro encubierto.

—¿Oiga? ¿Oiga? ¿Conferencias? Quiero hablar con Ralph Follet, Ralph, Follet, F, O, L, L, E, T. No, telefonista. F de Francia, F, O… ¿lo tiene?, L, L, E, T. FOLLET. En LaFollette, Tennessee. No, no lo tengo. Gracias. He dicho gracias.

—No sé cómo va a poder soportarlo su madre —dijo Mary con voz apagada—. He dicho que no sé cómo va a poder soportarlo la madre de Jay —dijo a su madre—. Su marido al borde de la muerte —dijo a Hannah—, y ahora esto. Jay era la niña de sus ojos, eso es todo.

—¿Oiga?

—Tiene mucho coraje.

—¿Ralph? ¿Ralph Follet?

—Si no lo tuviera, no estaría viva hoy —dijo Mary.

—Ralph, soy Andrew Lynch.

Permanecieron sentados en silencio sin fingir que no estaban escuchando.

—Sí. Soy Andrew. Ralph. Se trata de Jay.

Hannah y Mary se miraron. A partir de ese momento ambas tuvieron conciencia, como no la habían tenido hasta entonces, de que todo lo que decía Andrew había ocurrido realmente y era irreversible.

—Jay ha muerto esta noche, Ralph.

—Ha muerto.

—Ha muerto en un accidente de coche, camino de casa, cerca de Powell Station. Murió instantáneamente.

Mary miró su whisky y comenzó a temblar.

—Instantáneamente. Tengo la palabra de un médico. No pudo ni darse cuenta de lo que ocurría.

—Fue una conmoción cerebral, Ralph. Conmoción cerebral. Un golpe tan fuerte en el cerebro que le mató instantáneamente.

—No deben decírselo a su padre —dijo Mary de pronto—. Le mataría.

—No veo cómo pueden evitarlo —dijo Hannah—. Mary dice que no deben decírselo a su padre —dijo a su hermano—. En su estado la noticia podría matarle. Le he dicho que no veo cómo pueden evitarlo. Después de todo, tendrán que justificar su viaje cuando vengan al entierro.

—Que le digan que está herido —dijo Joel.

Mary corrió al vestíbulo.

—Andrew —susurró en voz alta.

Con una crispación en el rostro que la aterrorizó, él dio un fuerte manotazo en el aire como para librarse de un mosquito.

—Solo en un sitio, en la punta de la barbilla —estaba diciendo. Se volvió hacia Mary, pero la voz le retuvo y se volvió de espaldas—. Pudo conducir así varios kilómetros. No lo saben. Buscaron por todas partes y hasta bastante lejos por la carretera… Sí, claro que con linternas… y no pudieron encontrarlo —ella volvió a oír la voz retorciéndose como un cable—. No, no tienen ni idea. Hay algunos tramos muy accidentados en esas carreteras y Jay iba muy deprisa. Un momento, Ralph —cubrió el micrófono—. ¿Qué ocurre, Mary?

Ella podía oír cómo se retorcía la voz angustiada. Como un gusano en un anzuelo, pensó. ¡Pobre gordo repugnante!

—Di a Ralph que no se lo diga a su padre —susurró—.



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