Una curiosa historia del sexo by Kate Lister

Una curiosa historia del sexo by Kate Lister

autor:Kate Lister [Lister, Kate]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


Según Anthony Ferguson hay tres tipos de muñecas sexuales contemporáneas: las de vinilo, las de látex y las de silicona[447]. La muñeca hinchable de vinilo normal y corriente, presente en las despedidas de soltero de todo el mundo, empezó a producirse en masa y a ser publicitada en las revistas porno de Norteamérica en la década de los sesenta[448]. Hasta 1987, era ilegal importar objetos obscenos o indecentes al Reino Unido. Cuando Conegate Ltd. intentó importar muñecas hinchables de Alemania en 1984, se vio inmerso en una larga batalla legal que llegó hasta el Tribunal de Justicia Europea. Finalmente, se invocó el Tratado de Roma y los tribunales británicos tuvieron que ceder y permitir la entrada de las muñecas sexuales.

Las muñecas de látex son más caras que las hinchables de vinilo, pero no son tan portátiles. Son más realistas, con ojos de vidrio, peluca, rostro maquillado y genitales y extremidades moldeadas. Estas muñecas te costarán algo más de doscientos euros.

La muñeca de gama alta está hecha con silicona y te costará entre 5000 y 20 000 libras, dependiendo de los accesorios que compres. Tiene articulaciones flexibles, rostro detallado, pechos, pelo púbico, etc., y genitales desmontables para facilitar su limpieza. Muchas de ellas están construidas sobre un esqueleto de metal que le da a la muñeca el peso de una «mujer de verdad».

Los robots recubiertos de silicona son fabricados en la actualidad por diversas empresas de Estados Unidos y Japón, incluida Realbotix, con sede en California, que lidera la carrera con su Harmony 3.0. Harmony está aún en desarrollo, pero mientras escribo estas líneas ya habla, se mueve y responde preguntas básicas. No es capaz de reaccionar a las caricias, pero, a largo plazo, el objetivo del creador y fundador de Realbotix es darle a Harmony una vagina autolubricante[449].

Los robots sexuales como Harmony han cautivado la imaginación del público y motivado debates en torno a la ética, los aspectos prácticos y la viabilidad de tener humanos practicando sexo con robots. Pero estos no son debates nuevos. Los humanos llevan follando con máquinas desde hace ya algún tiempo; la única diferencia es que el vibrador no te pregunta qué tal te ha ido el día ni necesita un armario propio. Los robots sexuales no reemplazarán a las personas reales. Son una novedad y sin duda una experiencia interesante, pero los juguetes sexuales son tan antiguos como el propio sexo, y no han desplazado el contacto humano, la conexión y la intimidad. Los juguetes son divertidos, pero no son un sustituto de lo auténtico: entre otras cosas, porque ninguna mujer humana se ha quedado sin batería a media mamada.



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