Un siglo de cuentos rusos (Clásica Maior) (Spanish Edition) by unknow

Un siglo de cuentos rusos (Clásica Maior) (Spanish Edition) by unknow

autor:unknow
La lengua: es
Format: mobi
ISBN: 9788484286844
editor: Alba Editorial
publicado: 2011-11-28T16:00:00+00:00


III

He dicho que me quedé dormido sin darme cuenta; hasta tenía la impresión de que seguía razonando sobre los mismos dilemas. De pronto soñé que cogía el revólver y, sin levantarme del sillón, lo dirigía directamente contra el corazón, contra el corazón, no contra la cabeza; con anterioridad había decidido que me dispararía sin falta en la cabeza, en la sien derecha, para ser más precisos. Después de apuntarme al pecho, aguardé uno o dos segundos, y de pronto la vela, la mesa y la pared que había delante de mí empezaron a moverse y a oscilar. Sin perder más tiempo, apreté el gatillo.

En los sueños a veces caéis desde las alturas o recibís una puñalada o una paliza, pero nunca sentís dolor, a menos que os golpeéis de verdad con el cabecero de la cama; entonces sentís dolor y casi siempre os despertáis. Así sucedió también en mi sueño: no sentí dolor, pero después del disparo me pareció que todo se desbarataba en mi interior y a continuación se apagaba, al tiempo que a mi alrededor se hacía la noche. Era como si me hubiera quedado sordo y mudo; estaba tendido de espaldas, cuan largo era, sobre algo duro; no veía nada ni podía hacer el menor movimiento. En torno a mí se oían pasos y gritos; reconocí la voz de bajo del capitán y los chillidos de la patrona; de repente se produjo otro intervalo, y a continuación me vi transportado en un ataúd cerrado. Sentía que el ataúd se balanceaba y pensaba en esa cuestión; en ese instante, por primera vez, comprendí que estaba muerto, completamente muerto; lo sabía, no tenía la menor duda; no veía nada ni podía moverme y, sin embargo, sentía y razonaba. Pero no tardé en congraciarme con esa idea y, como suele suceder en los sueños, acepté los hechos sin poner objeciones.

Y he aquí que me enterraban. Todos se marchaban y yo me quedaba solo, completamente solo. No me movía. Antaño, cuando estando despierto me imaginaba que me iban a enterrar, la única idea relacionada con la tumba era una sensación de humedad y frío. Lo mismo sentí ahora: un frío tremendo, sobre todo en las puntas de los dedos de los pies; eso era lo único que sentía.

Estaba allí tumbado y, por extraño que parezca, no esperaba nada, aceptando sin más que un muerto nada debe esperar. Pero el ambiente era húmedo. No sé cuánto tiempo pasó: una hora, varios días, muchos días. Pero de pronto sobre mi ojo izquierdo cerrado cayó una gota de agua que se había filtrado a través de la tapa del ataúd, al cabo de un minuto una segunda, un minuto más tarde una tercera, y así sucesivamente, siempre a intervalos de un minuto. Una profunda indignación inflamó mi pecho y al momento sentí un dolor físico en el corazón. «Es la herida abierta por el disparo –pensé–; tengo allí alojada una bala.» La gota seguía cayendo a cada minuto, justamente sobre mi ojo cerrado. De



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.