Un elfo por Navidad (Spanish Edition) by Minerva Hall

autor:Minerva Hall [Hall, Minerva]
La lengua: spa
Format: epub
editor: UNKNOWN
publicado: 2016-11-03T03:00:00+00:00

CAPÍTULO 7

Sus hijos estaban emocionados, corrían por la nieve con los seis perros de Noah, que sorprendentemente habían guiado el trineo hasta su enterrado coche. La experiencia había sido muy especial, le había dado una perspectiva diferente de la mañana, que había empezado de mala manera. La tormenta había amainado, pero las consecuencias de la noche pasada se dejaban ver no solo en el atascado vehículo, sino en la propia cabaña de Noah. El techo tenía al menos medio metro de nieve y al abrir la puerta, habían tenido problemas para caminar, hundiéndose en la húmeda sustancia hasta las rodillas.

Su ropa seca había vuelto a empaparse, pero había instalado una sonrisa en su cara y se había prometido a sí misma no emitir ni una sola queja más. Con sus hijos en brazos, Noah la había guiado hasta un pequeño cobertizo en la parte trasera donde los animales esperaban el desayuno. Había sonreído al verlos durante un momento, después el miedo la había asaltado. Eran perros grandes, media docena, podrían habérselos comido. Intentó decirles a los niños que no se acercaran, aquellas enormes fauces podrían llevarse una diminuta mano fácilmente, pero su temor no era el de ellos y habían ido corriendo a abrazarlos, acariciarlos y jugar. Noah la había mirado directamente, preguntando en silencio qué sucedía, pero había mantenido esa sonrisa obligatoria que se había autoimpuesto. No dejes ver qué te hace daño y todo estará bien, no podrá entrar en tu corazón.

Pero las cosas no habían terminado allí. El hombre había trabajado alineando a los animales, enganchándolos a su medio de transporte y ayudándola a subir. No había amargura en su gesto, tampoco en sus ojos. No había distancia entre ellos, sin importar lo que hubiera sucedido la pasada noche con aquella estúpida bola y la visión que se había entrometido en sus sueños. Esta mañana Noah parecía diferente. Era el mismo hombre, preocupado y atento, cariñoso con los niños, pero parecía haberse suavizado respecto a ella, integrándola con sus hijos tratándola como a uno más. No sabía qué pensar.

—No vas a poder mover el coche hoy. Aunque lo desenterremos del todo, lo más que podremos conseguir es recuperar todas vuestras pertenencias, los de emergencias tendrán que venir para llevarlo al taller.

Su voz la atrajo a él. Estaba dando una mera información, pero también parecía compasivo.

—¿Cómo vamos a llegar a casa? Mis padres nos esperan, deben estar muertos de preocupación.

—Podemos acercarnos hasta la carretera, no os alejasteis demasiado y allí tendremos cobertura.

—Mi móvil no funciona. Han desactivado... bueno, no puedo hacer llamadas porque...

Sentía tanta vergüenza que estaba titubeando. No sabía cómo explicar que el cabrón de su ex ni siquiera había recargado su tarjeta. Maldito fuera por haberla dejado en aquella posición tan vulnerable y maldita ella por no haber comprobado algo tan nimio como aquello. ¿Cuándo se había descontrolado todo tanto? ¿Cuándo le había dado tanto poder a un extraño? Extraño porque por más tiempo que hubieran estado juntos, en realidad nunca había llegado a conocerlo.

—Puedes usar el mío.

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