Un camino entre dos mares: la creación del canal de Panamá by David G. McCullough

Un camino entre dos mares: la creación del canal de Panamá by David G. McCullough

autor:David G. McCullough [McCullough, David G.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia, Tecnología
editor: ePubLibre
publicado: 1976-12-31T16:00:00+00:00


III

Hubo muchas felicitaciones entre Hanna, Spooner, Cromwell y Bunau-Varilla. Se enviaron telegramas y cartas de agradecimiento a los partidarios de Cincinnati y Chicago, y se recortaron y guardaron numerosos editoriales. Bunau-Varilla calificó los resultados de «reivindicación concluyente». A Hanna se le advirtió que ya tenía para siempre un lugar en la historia. Cromwell, muy satisfecho, contaba a todo el mundo que él había escrito la mayor parte del discurso de Hanna.

Con el correr del tiempo, se conocieron los detalles de lo que había sucedido, y Cromwell y Bunau-Varilla fueron halagados (o criticados) por los papeles que habían desempeñado en la sorprendente victoria que, como afirmaría un historiador, figura entre las obras maestras del arte del cabildeo. También la actuación de Hanna fue tomada muy en cuenta por sus colegas del Senado. El senador Orville Platt calificaría su discurso del más eficaz de cuantos había escuchado en su carrera política. El senador Frye confesó que Hanna lo había convertido a su causa después de una vida dedicada a abogar por Nicaragua.

Pelée y Momotombo iban a figurar también de forma destacada en todos los relatos posteriores sobre «la Batalla de las Rutas», y bien se lo merecían. De no haber sido por esas oportunas erupciones durante la primavera, tal vez el Senado no hubiese votado como lo hizo.

Es imposible precisar cuánto influyó el sello de un centavo, ni si fue capaz de cambiar algún voto. Tal vez no causó ningún efecto, a pesar de las aseveraciones de Bunau-Varilla. Es posible que sus diagramas hayan tenido un efecto más decisivo. Pero el sello fue, sin duda, una treta muy hábil de propaganda, más valiosa que decenas de miles de palabras de algún senador, y además sirvió de tema de conversación durante la sobremesa en París y Nueva York durante muchos años.

Pero un estudio detallado de los hechos y algunas conjeturas razonables sugieren que hubo otra figura mucho más influyente de lo que pareció a primera vista, un hombre que se merece nuestro reconocimiento. Fue George E. Morison.

Si nos remontamos en la cadena de acontecimientos que llevaron a la votación del Senado, teniendo en cuenta quién influía sobre quién y cuándo, y si se recuerda que Morison, a diferencia de Hanna, Bunau-Varilla o Cromwell, no se preocupó de glorificar sus contribuciones, lo veremos surgir como al mayordomo al final de la novela de misterio, es decir, como la figura siempre presente, a menudo discreta y muy útil, a cuyo alrededor giraba toda la trama.

Lo más significativo en el resultado de «la Batalla de las Rutas» fue que se decidió por los aspectos técnicos. Fue la opinión técnica, el juicio de los ingenieros, el que triunfó en el Senado. La situación fue justo la contraria a la que se presentó en el congreso de París de 1879 y, sin embargo, en ambos casos Panamá fue el resultado victorioso. El poder emocional, la fuerza de la personalidad —Morgan—, estuvieron esta vez del lado de Nicaragua. En París fueron los ingenieros —Menocal, Eiffel y otros— los que pidieron una decisión en favor de Nicaragua.



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