Un balazo para el novio by David Dodge

Un balazo para el novio by David Dodge

autor:David Dodge [Dodge, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1959-01-14T16:00:00+00:00


XV

La voz de la ventana fué música celestial para Whit, pero extrañamente gruesa y artificial para provenir de un ángel. Quienquiera que fuese el que apuntaba con el revólver, hablaba deliberadamente con gruesa voz sacada del fondo de la garganta. Era un disfraz efectivo. La voz era irreconocible y únicamente la indefinible silueta de la cabeza y los hombros de un hombre se veía entre las hojas del matorral entre el que aparecía el revólver y la mano que lo sostenía.

Al recibir el golpe que lo volteó, Whit había visto entrar por entre los vidrios rotos el caño del revólver. Caído de costado, impedido por la silla y pataleando desesperadamente para darse vuelta, trataba de ver qué había ocurrido. Finalmente lo logró enganchando los pies en torno de la pata de una mesa y haciendo girar la silla y su cuerpo, usando como apoyo la mejilla. Aquello no ayudó a su cutis de colegiala, pero finalmente logró la visual que tendría un gusano.

Gates y Kohler estaban inmóviles allí donde se encontraban cuando saltó el vidrio de la ventana, con la sola diferencia de que en ese momento enfrentaban la ventana. El caño del revólver se apoyaba en el marco de la ventana. Cuando Whit consiguió girar sobre sí mismo, el caño se movió ligeramente, apuntando a Sammy en vez de a Gates.

—Tú, cara de rata —dijo la voz gruesa—. Muévete hasta allí, donde pueda ver yo tus manos, y desata al tipo que está en el suelo.

Kohler, mirando fascinado el revólver, se acercó hacia Whit.

—Quédate quieto —dijo Gates.

El caño del revólver se desvió —no hacia Gates, sino hacia arriba— apuntando directamente a un punto entre los ojos de Sammy.

—Me has oído —dijo la voz ronca.

El revólver había hipnotizado a Sammy. Dió otro lento paso hacia Whit. Gates dijo secamente: “¡No!”, pero Sammy estaba mirando a algo con mayor autoridad que la voz de Gates. No apartó los ojos del revólver mientras trataba de desatar los nudos de la soga que aprisionaba a Whit.

La voz ronca se dirigió a Whit mientras las últimas vueltas de la soga lo dejaban en libertad de acción.

—Tú, el del piso, no te coloques entre mí y el amigo ése, cuando te levantes. Busca la salida y ven aquí afuera. Pero rápido.

Su amigo de la voz ronca estaba aún en la ventana cuando Whit dió con él. Whit no tuvo tiempo de empezar a imaginarse quién era el que le había salvado la vida en aquella oportunidad, pero nada le habría sorprendido, aun si se hubiera tratado de un arcángel con blanca túnica y un halo. De modo que cuando vió a Casey Jones con su inequívoco sombrero arrugado, en medio de los matorrales que bien espesos rodeaban la casa, le pareció perfectamente natural. El buen viejo Casey se había salido otra vez con la suya.

Casey no se movió cuando Whit lo tocó en el hombro, pero hizo un gesto con la mano libre y Whit se acercó aún más. Sin sacar los ojos del punto de observación a través de la ventana, Casey le susurró instrucciones.



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