Un acompañante especial by Elizabeth Bevarly

Un acompañante especial by Elizabeth Bevarly

autor:Elizabeth Bevarly
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2011-09-07T17:56:59+00:00


Capítulo Seis

Cuando llegaron al edificio de apartamentos, tres cuartos de hora más tarde, Alexis no pudo evitar sentirse abrumada por el recuerdo de lo que había sucedido en la escalera hacía tan sólo una semana. Pensó que si abría la puerta con la mayor rapidez posible, sin invitar a Ramsey a tomar una copa, aquella escena no volvería a repetirse. Luego, de repente, se le ocurrió una idea un tanto perversa. Tal vez, pensó astutamente, la mejor manera de tratar a Ramsey Walker era tomando la ofensiva.

Quizá si pasaba de ser el cazador a convertirse en el cazado, acabaría huyendo con el rabo entre las piernas. Desde luego, a Alexis le encantaría presenciar semejante escena.

Después de subir el último escalón, agitó las llaves y se giró hacia Ramsey con la sonrisa más deslumbrante que pudo esbozar.

—Supongo que querrás entrar a tomar una copa antes de retirarnos a dormir —

dijo suavemente, pestañeando con aire provocativo—. ¿No te apetece, Ramsey?

Él se quedó perplejo, tanto por la propuesta como por la expresión del rostro de Alexis. Le pareció más hermosa y deseable que nunca. Estuvo apunto de tropezar y caer escaleras abajo para aterrizar delante de su propia puerta.

—¿Perdona? —murmuró, a falta de algo mejor que decir.

Alexis siguió sonriendo. Oh, sí. Ella también podía jugar al juego de Ramsey Walker.

—Te estoy invitando a una copa —repitió—. Creí que te gustaría tomar un coñac… o algo… antes de retirarnos a dormir.

Una excitación que jamás había experimentado con anterioridad comenzó a recorrerle el sistema nervioso a la velocidad de la luz. ¿Realmente se había atrevido a hablarle a Ramsey en aquel tono coqueto y seductor? ¿Y por qué disfrutaba tanto haciéndolo?

—Pues… sí —respondió Ramsey—. Me encantaría entrar a tomar algo antes de… irnos a dormir.

Durante un fugaz instante, Alexis tuvo la impresión de que había logrado confundirlo. Pero, de repente, el desconcierto desapareció de los ojos de Ramsey, reemplazado por un brillo casi impúdico. Le quitó las llaves de la mano, cuyos dedos se habían quedado repentinamente rígidos, y procedió a abrir la puerta. Alexis se preguntó, con cierto temor, si no habría mordido más de lo que podía tragar.

—Tú primero —murmuró Ramsey, volviéndose e invitándola a entrar con un gesto cortés.



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