Un abismo en el cielo by Vernor Vinge

Un abismo en el cielo by Vernor Vinge

autor:Vernor Vinge [Vinge, Vernor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1998-05-11T04:00:00+00:00


27

—Pero es la primera nieve. ¿No quieres verla? —La voz de Victory se convirtió en un gimoteo, un tono que no funcionaba básicamente con nadie excepto este hermano mayor.

—Ya has jugado antes con la nieve.

Claro, cuando papi los llevaba de viaje al lejano norte.

—¡Pero Brent! Ésta es la primera nieve en Princeton. La radio dice que cubre todas las Escarpadas.

Brent estaba absorto en sus estructuras de construcción, interminables superficies brillantes que se volvían más y más complejas. Por sí mismo, jamás se le hubiese ocurrido salir a escondidas de la casa. Siguió trabajando en sus diseños durante varios segundos, sin hacerle caso. De hecho, exactamente así era como Brent trataba lo inesperado. Era bastante bueno con sus manos, pero las ideas le llegaban muy despacio. Además, era muy tímido —hosco, decían a menudo los adultos—. No movió la cabeza, pero Viki sabía que la estaba mirando. Sus manos nunca redujeron su velocidad al moverse de un lado a otro sobre la superficie del modelo, en ocasiones edificando, a veces rompiendo. Finalmente, dijo:

—Se supone que no debemos salir a menos que se lo digamos a papi.

—Vaya. Sabes que está durmiendo. Esta mañana es la más fría de todas, pero nos la perderemos si no salimos ahora. Eh, le dejaré una nota.

Su hermana Gokna hubiese discutido hasta el infinito, consiguiendo superar al fin a la propia Viki en razonamientos inteligentes. Su hermano Jirlib se hubiese enfadado por sus intentos de manipulación. Pero Brent no discutió, en lugar de eso, regresó a su modelado riguroso durante unos minutos, una parte de él observándola, otra parte estudiando el patrón de barras y conectores que surgía bajo las manos, y otra más mirando más allá de Princeton al tono de escarcha en la cordillera cercana. De todos los hermanos y hermanas, era el único que realmente no querría ir. Por otra parte, era el único que había podido encontrar esta mañana, y parecía aún más adulto que Jirlib.

Después de unos momentos más, dijo:

—Bien, vale, si es lo que quieres. —Victory sonrió para sí; como si hubiese realmente dudado del resultado. Pasar al capitán Downing sería más difícil… pero no por mucho.

Era temprano. La luz del sol no había llegado a las calles bajo la Mansión de la Colina. Victory saboreó cada bocanada, los ligeros pinchazos que sentía en los laterales del pecho al saborear el aire frío. Las flores y haditas seguían unidas con fuerza a las ramas de los árboles; puede que ni siquiera saliesen hoy. Pero había otras cosas, sobre las que hasta ahora había leído. En el hielo de los huecos más profundos, los gusanos de cristal salían lentamente. Esos valientes pioneros no durarían mucho.

Viki recordaba el programa de radio que había hecho el año pasado sobre ellos. Esos pequeñines seguirían muriendo excepto donde el frío fuese el suficiente para durar todo el día. E incluso entonces, las cosas tendrían que ponerse aún más frías para que surgiesen las variedades enraizadas.

Viki brincó con vigor bajo el frío de la mañana, manteniéndose con facilidad junto a su hermano mayor, que caminaba con paso largo pero más lento.



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